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SIN CONCESIONES

El don de la palabra

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión06-06-2011

Cuando el PSOE escoge a Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato para las elecciones generales de 2012, valora especialmente dos cosas. Una: su excelente imagen entre las bases socialistas, esas que el 22 de mayo se han quedado en casa y no han ido a votar por hastío a Zapatero. Y dos: su excelencia en la comunicación, en la relación con la prensa, en los verbalización del mensaje y en la sagacidad para definir una estrategia política. La primera cualidad puede servir para reducir la abstención y conseguir un resultado más digno en los comicios del año que viene. Ya dije que no se trata de ganar, como de evitar una mayoría absoluta del PP. Pero la segunda virtud, la más admirada de todas las que ostenta Rubalcaba, es la que de verdad puede poner las cosas complicadas a su principal adversario en las urnas. Mariano Rajoy va a tener que modular su estrategia a la fuerza. La forma de hacer política de Rubalcaba le obligará a ser más rápido y más transparente de lo que acostumbra. Basta como ejemplo las cuatro ruedas de prensa que el nuevo candidato del PSOE ha concedido en una semana. El vicepresidente primero del Gobierno y ministro del Interior sabe que su fortaleza está delante del micrófono, justo donde radica la debilidad de Rajoy. Al líder del PP se le ve dubitativo y temeroso cuando tiene que responder a las preguntas de los periodistas. No le gusta ese escenario, aunque en su comparecencia del pasado miércoles cumplió con nota. Era la primera rueda de prensa en seis meses en la sede nacional del PP. Ni es normal ni debería permitirse. Por eso, los periodistas que le seguimos habitualmente nos hemos cansado de denunciar el nulo caso que presta a nuestras preguntas y nos hemos pasado toda la campaña electoral denunciando su distanciamiento de los medios de comunicación. Luego, en la distancia corta, gana mucho cuando está relajado. Ahí es donde aflora el verdadero Mariano Rajoy. Él lo sabe. Por eso, hace años que sostiene que podría ganar las elecciones generales de calle si previamente pudiera hablar uno a uno con los españoles. Pero no puede, no hay tiempo suficiente para entrevistarse con cada uno de los 46 millones de ciudadanos. Su única manera de llegar a todo el mundo es a través de los periódicos, de las radios, de las televisiones y de las agencias de noticias. No se da cuenta o, al menos, se resiste a emplear el canal que le brindan los medios. Rubalcaba hace todo lo contrario. Abusa de la rueda de prensa y del titular atractivo para enviar su mensaje. Así es como aspira a motivar a los votantes socialistas que se sienten defraudados tras siete años de nefasta gestión de Zapatero. Sabe que esos votantes, aunque enfadados, son socialistas y volverán a votar a su partido a poco que se les motive. Esos son los primeros a los que intenta recuperar. Cuando Rubalcaba alcance esa primera meta, emprenderá una segunda fase: la de presentar su verdadero proyecto y poner en duda el que representa Rajoy. Esto último ya ha comenzado a hacerlo con el discurso del miedo, el de los recortes que podría aplicar el Partido Popular si llega a La Moncloa. Lo que intenta en el fondo es llevar la iniciativa y arrebatar a la oposición el foco de atención que se le ha puesto tras su rotunda victoria en las elecciones autonómicas y municipales del 22-M. Rubalcaba tiene que recuperar el ánimo de los suyos y luego demostrar al conjunto de los españoles que es mejor que Mariano Rajoy. El líder del PP puede permanecer impasible y no hacer nada, al estilo de la campaña electoral que Gabriel Elorriaga diseñó en 2004 y que acabó en rotundo fracaso. La otra opción es coger la sarten por el mango y hacer frente al principal arma de Rubalcaba: el don de la palabra. Que no es poco.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito