ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Agua bendita de Pascua
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad24-04-2011
Miles de almas han quedado desconsoladas por la Semana Santa pasada por agua en España. Toda una pena. A la desilusión de los penitentes, que llevaban un año esperando para poder salir con su paso, hay que añadir la decepción de quienes confiaban en que estos días de pasión y gloria fuesen unas minivacaciones de verano. Gran error. Es normal que llueva en abril. Es normal que en abril uno no pueda bañarse en la playa como si fuese el mes de agosto. Pero estamos tan acostumbrados a tener cualquier capricho cuando queremos que hasta deseamos lo imposible. Es verdad que las imágenes de los pasos religiosos españoles tienen un grandísimo valor histórico y artístico. Es verdad que los hábitos, tronos y capirotes están confeccionados con telas y materiales tan nobles que una gota de agua los dejaría para el trapero. Es verdad que hay muchas horas de trabajo, muchas horas de ensayo y mucho esfuerzo e ilusión detrás de los preparativos. Por eso ha sido una pena que muchos puntos de España se hayan quedado sin procesiones esta Semana Santa. Pero también es verdad que se desvirtúan las cosas por puro egoísmo, por darse gusto a uno mismo, por desear lo que no se tiene. ¿El tal Jesús de Nazaret que se ha recordado estos días habría dicho a Pilato "crucifíqueme mañana que es que hoy llueve"? Quizás habría que meditarlo un poquito. Pero, como decíamos, más triste aún es la situación de quienes en otros ámbitos de la vida viven pensando constantemente en las vacaciones. Es como reducir la vida al fin de semana, tirando por la borda cinco jornadas a la semana, durante las cuales no vive: se lamenta. Dice el refranero que cuando más se tiene, más se quiere. Y parece que muchos aún no hemos aprendido de las muchas lecciones morales que nos ha impratido la crisis financiera. Quizás habría que flagelarse menos y resucitarse más en las pequeñas cosas. Quizás habría que encontrar un sentido al sufrimento y ver el lado bueno de las contrariedades. Quizás, también dice el refranero, nunca llueva a gusto de todos. Pero es obvio que para que haya verano, en lo meteorológico y en lo humano, antes tiene que haber primavera. Y en la primavera, desde siempre, en España llueve. A veces cae del cielo agua bendita de Pascua.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo