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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

Catástrofes

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad03-04-2011

Que se aminore el interés y el morbo mediático no significa que se solucionen los problemas y que sean menos personas que sufran. Japón y su población padece aún la devastadora resaca del terremoto del 11 de marzo. Todo el mundo sabe que el posterior tsunami provocó daños gravísimos en la central nuclear de Fukushima, y esta situación despertó un debate en el mundo occidental sobre la energía. Como si fuese una piedra en el zapato de la crisis. Cuando el mar borró del mapa miles de viviendas de los japoneses, en Libia ya se hablaba de la catástrofe humanitaria que estaban causando Gadafi y los suyos. Miles de libios se agolpaban en las fronteras para abandonar su país como refugiados. Mientras, casi en la otra cara del mundo, Haití trataba de levantar el vuelo con una supuesta normalidad democrática. Que sus ciudadanos acudan a las urnas no significa, para nada, que esté superado el horror humano y social que parió otro fuerte terremoto hace más de un año. Una noticia, por muy importante e interesante que sea deja de serlo por repetición, pues la audiencia va perdiendo interés. Y eso es lo que parece que está pasando con estos tres ejemplos de catástrofes humanas de calado. Se estudia -quienes quieran estudiarlo, claro- en las facultades de Periodismo. Sin embargo, ante la gran ignorancia de este mundo globalizado, las prisas, las noticias urgentes, los titulares breves y los intereses, millones de personas se plantean todos los días las novedades que tendrá su particular página en blanco: si encontrará bajo los escombros a ese familiar que lleva semanas desaparecido, si les afectará la radiación por haber estado expuestos a las fugas radiactivas, si un día podrá volver a su país y cesarán los disparos y las bombas, si la violencia se extinguirá de una vez por todas de su Haití del alma, ese país que mucho antes del terremoto que lo destruyó hace más de un año ya parecía el auténtico infierno en la Tierra. Pero, claro, en el infierno ni en sus sucursales se venden muchos periódicos, petróleo o tecnología. Una lástima. Es lo que tienen las catástrofes.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo