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SIN CONCESIONES

Amenaza nuclear en Japón

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión14-03-2011

Solemos quejarnos de que las grandes catástrofes humanas afectan a los países más pobres. Cuando ocurren, miramos espantados a Haití o Sumatra. Nos lamentamos de la debilidad que genera el subdesarrollo y emprendemos gigantescas campañas de solidaridad para tranquilizar nuestras conciencias. En nuestro mundo de los teléfonos móviles y el agua caliente nos sentimos seguros. En la distancia imaginamos que jamás sucedería algo así en una gran potencia. Hasta que sucede. Y le toca a Japón. Entonces, la tercera economía del planeta sucumbe ante un terremoto de 9 grados en la escala de Richter y el posterior tsunami provocado por la intensidad del temblor de tierra. Consecuencias: más de 10.000 personas desaparecidas y enormes destrozos materiales por valor de más de 100.000 millones de dólares. Ver en directo por televisión cómo una ola gigante se comía la costa de Japón fue espeluznante. Cuando todo pasó, costaba creer que los barcos estuvieran varados sobre la tierra por la fuerza del agua. Pero aún es peor observar ahora las imágenes de los destrozos. El antes y el después ponen de manifiesto la virulencia del tsunami. No se trata de comparar, sino de comprobar la fuerza incontrolada de la naturaleza. Somos vulnerables. Las grandes obras del ser humano resultan insignificantes a lado del poder de la tierra, del agua y del viento. Los elementos son más fuertes. La inteligencia sucumbe ante el poder destructor del propio planeta. Cuando un terremoto ataca en zonas miserables, miramos rápidamente al cielo. Buscamos un porqué. Pensamos que el dolor se ceba con quienes más sufren. Nos parece una injusticia. Y le echamos la culpa a Dios. Pero Japón no es Haití ni Chile. Se trata de una de las primeras potencias mundiales pese a tener menos de 400.000 kilómetros cuadrados y estar rodeada de agua. La capacidad de trabajo, competitividad, esfuerzo y productividad de los nipones es un ejemplo desde hace décadas. En apenas 50 años, levantaron un país devastado por la Segunda Guerra Mundial hasta situarlo por delante de las grandes naciones europeas. Japón es el país más y mejor preparado contra un terremoto o un tsunami. Mas de poco ha servido. Quizá sea una lección de humildad para la raza humana, capaz de grandes inventos que antes o después quedan subordinados a otros designios. Somos limitados, aunque no queramos darnos cuenta.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito