ANÁLISIS DE LA SEMANA
La lista negra
Por Almudena Hernández
2 min
Sociedad17-03-2002
El Ministerio de Sanidad ha difundido las cifras del sida del año 2001 en España. Ha descendido el número de nuevos casos. Pero aún así se calcula que hay 120.000 personas infectadas por esta enfermedad desconocida por muchos, mirada con repugnancia por otros tantos y que sigue condenando a muerte. En la lista negra del sida están escritos los nombres de muchas personas, la mayoría hombres y toxicómanos. Ninguno de los convocados a esta dura batalla con la muerte tiene apenas un alivio. Ni si quiera se ha encontrado el antídoto a esta enfermedad que sí que da. Hay que prevenirla. En países como Holanda, los toxicómanos siempre se han considerado enfermos de los de otra lista negra que, ahora, con una ley, pueden pasar a la lista de espera: la lista donde se inscriben los nombres con un poquito de esperanza. En Holanda van a recetar heroína pura, que los enfermos –lo son más que drogatas- podrán consumir con menos riesgos. La lista para que un inmigrante entre en España cada vez tiene menos renglones, como el listado de las reformas educativas que el Gobierno pretende hacer. En estas listas el papel sólo tiene una cara: no hay vuelta de hoja. El aeropuerto de Madrid Barajas se está quedando pequeño para los cubanos; en la embajada de Pequín las cosas se solucionaron –hasta la próxima-; en el Estrecho el embudo cada vez es más complicado de atravesar. Porque cada vez quedan menos renglones. Se acaba el papel. Se terminan los papeles para los inmigrantes ilegales. Muchos vecinos de mundo andan deambulando por las cunetas, algunos se siguen alistando para viajar en patera. En las aguas del Estrecho no hay peligro de multa por conducción sin permiso, sólo una probabilidad que poco tiene que ver con el tráfico, aunque en algún caso se pueda coincidir con la Guardia Civil: llegar, no llegar, morir en el intento o acabar esposados... A los inmigrantes no les importa acabar como los linces de Doñana mientras tengan la mínima posibilidad de escribir su nombre en una lista de Occidente. Aunque sea en las listas negras.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo