Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE ECONOMÍA

Salvadores

Fotografía

Por Gema DiegoTiempo de lectura2 min
Economía30-05-2010

Si en medio de la que está cayendo apareciera un líder capaz de sacarnos del hoyo, tomando decisiones con mano firme y logrando resultados con rapidez, besaríamos el suelo que pisase. Si cometiese algún desliz nos taparíamos los oídos y cerraríamos los ojos siempre que la bola pasase a nuestro lado sin tocarnos. Si nos pidiese un sacrificio, se lo concederíamos sin pestañear. Nuestro salvador sería grande, y los demás, escoria. Y eso me da mucho miedo. Me da miedo porque el desencanto respecto a los políticos en una democracia ha sido en el pasado el caldo de cultivo de totalitarismos. Confiaremos en la madurez de la vieja Europa para no tropezar una vez más en la misma piedra. Lo que sí le pediría a la UE es que agarrara de una vez por el cuello a las agencias de calificación irresponsables y a los mercados caprichosos para garantizar que dejan de jugar con los pilares económicos de un país a voluntad, en función de cómo sople el viento. Y, dormido el miedo, se me despierta la pena, pena de que los dirigentes actuales sigan enzarzados en sus dinámicas pre-post-inter-electorales, gobernando, apoyando o retirando apoyos en función de los votos que se puedan rascar, y no pensando en el futuro a medio plazo de España. De que Zapatero haya retrasado la aplicación de medidas drásticas hasta que los dichosos mercados y los organismos internacionales se le han echado encima; de que Rajoy diga una cosa, haga otra y su partido dé ejemplo de nido de víboras y corrupción a diario; de que los nacionalistas defiendan las mociones de censura, pero sólo después de que les dé tiempo a aprovecharse de las penurias ajenas. Y el barco zozobra, surge el peligro de que lleguen los malsanos salvadores. Pero no dejemos el barco en sus manos; enderecémoslo nosotros mismos. Busquemos una forma de que nos escuchen, de que se enteren de que queremos democracia, pero no política artera. De que aceptamos hacer sacrificios sólo si de verdad vemos que son compartidos. Hay políticos locales que de verdad saben gobernar al lado de los ciudadanos; que enseñen a poner los pies en el suelo a los que están endiosados. Y que los dioses falsos se marchen.

Fotografía de Gema Diego