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ANÁLISIS DE CULTURA

Delibes y la factura del progreso

Fotografía

Por Marta G. BrunoTiempo de lectura2 min
Cultura15-03-2010

Es imposible detener el tiempo, como lo es por lo tanto congelar la vida de tan importantes literatos. Muere Miguel Delibes, echamos una vista atrás y nos ponemos a pensar sobre qué queda de las últimas generaciones de tan sublimes escritores. Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Camilo José Cela, Antonio Buero Vallejo...todo estos genios de las letras se fueron. Pocos escritores quedan con la voz más pura del castellano, con un estilo neutro, a la vez que contundente. Miguel Delibes escribía tal cual hablaba, y sólo queda esta fugaz ráfaga de su existencia. En cierta manera su muerte sirve para varias cosas. Reivindica que más allá de los best-seller hay joyas nacionales que no debemos olvidar, aunque ya no estén vivas. Pero también impulsa a que las generaciones más jóvenes aprendan con su homenaje algo más allá de Hannah Montana y Crepúsculo, que se empapen de sus raíces, y si proceden de Castilla más aún. En cierta manera los campos que Delibes describía tienden a desaparecer, también sus tradiciones y sus paisajes e incluso el léxico de la población de la Castilla más rural, y ya lo reclamaba el escritor en Un mundo que agoniza. De hecho, Delibes quiso recordar a medio mundo el valor de su tierra con más de mil refranes, dichos, expresiones que dotaban a sus novelas de esa esencia tan particular. “Naturalidad, muchacho, que toda afectación es mala”. Esa frase la aprendió del Quijote y le sirvió de guía en toda su escalera literaria. Muchas de esas expresiones provenían del mundo de la caza, su otra batalla, como “a cascaporrillo”, a “quemarropa” o “esperaperro”. Porque Delibes amaba la naturaleza, como es bien sabido, y su pasión se trasladó a su libros El libro de la caza menor o Con la escopeta al hombro. Delibes era hombre pluma y tierra, tenía un poco de otro gran símbolo perdido, Félix Rodríguez de la Fuente. Son 30 años sin él, del que para los más jóvenes sólo quedan documentales borrosos y una canción (“...amigo Félix...no te vayas al cielo...”), son sus únicos puntos de unión entre generaciones. Era un hombre naturaleza. Los dos recordaban, pero sobre todo Delibes, lo que el mundo deshumanizador olvida: el progreso pasa factura.

Fotografía de Marta G. Bruno

Marta G. Bruno

Directora de Cultura de LaSemana.es

Licenciada en Periodismo

Estudio Ciencias Políticas

Trabajo en 13TV

Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press