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SIN CONCESIONES

La sencillez de Miguel Delibes

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión15-03-2010

Valladolid parece una ciudad callada, en la que la discreción y el silencio todavía se valoran como virtudes perennes al paso del tiempo. Es una villa humilde pese a la gloria acumulada en otras épocas históricas, en las que fue capital del imperio español y centro cultural de referencia. Valladolid ha sido tierra de grandes maestros de la literatura como José Zorrilla o el recientemente fallecido Miguel Delibes. Ellos sí que eran intelectuales y no esos que ahora se autoencumbran como la referencia cultural del país por el mero hecho de salir en televisión o aparecer en un par de películas. La cultura es mucho más. Ser famoso no tiene nada que ver con ser intelectual y mucho menos con tener cultura. Por desgracia, en los tiempos que corren, eso está al alcance de muy pocos. Miguel Delibes no salía en la pequeña pantalla ni aparecía constantemente en los periódicos. Tenía una vida callada, discreta y sencilla, como su oriunda Valladolid. Pero al morir, sus vecinos han demostrado la magnitud real de su pérdida. Sus obras están en la mente de todos pero sólo quienes realmente le conocían llegaron a su corazón. Por eso han llorado su muerte, por eso le han rendido homenaje, por eso han abierto un libro de firmas para enviar sus condolencias a la familia y por eso le han despedido como uno de los más grandes escritores que ha tenido la literatura española. Fue contemporáneo de otros dos laureados autores y colaboradores periodistas como Camilo José Cela y Francisco Umbral. Miguel Delibes no era tan mediático como ellos, como buen vallisoletano, pero en su prosa superaba a ambos. Con Delibes no sólo se nos va un magnífico escritor y un maestro de periodistas que trabajó en El Norte de Castilla. Sobre todo, se nos va un ejemplo humano que supo luchar contra la dictadura desde la literatura, que plasmó como pocos la precariedad de la posguerra en sus libros, que supo reflejar las costumbres españolas, que esbozaba un existencialismo comprometido en sus personajes y que vivió sin caer en alharacas y parafernalias. Miguel Delibes era castellano, eso lo dice todo. Quienes gozamos leyendo sus obras le guardamos un hueco privilegiado en nuestro recuerdo. Quienes, además, compartimos parte de esas raíces, tomamos como ejemplo vital esa humildad, sencillez, prudencia y discreción que imperan en las tierras de Castilla.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito