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SIN CONCESIONES

El milagro de Moisés

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión25-01-2010

Si existe Dios, ¿por qué permite estas cosas?. Esta es la pregunta que a muchas personas les surge en la cabeza cuando ocurre una gigantesca desgracia como la de Haití. Sucedió también tras el devastador tsunami de Indonesia en 2004. Entonces, algunos se plantearon cómo era posible que Dios tolerase aquel drama inmenso, especialmente un 26 de diciembre, al día siguiente de celebrarse la Navidad. Entre ambos desastres han muerto cientos de miles de personas, los supervivientes se han quedado sin casas y no hay esperanza de que recuperen la normalidad hasta el menos dentro de diez años. Son circunstancias muy dramáticas con las que resulta fácil caer en el oportunismo y la demagogia. Para nuestra lógica humana, no es entendible que el Todopoderoso, el Arquitecto del mundo y el Padre de la Humanidad tolere que sus hijos padezcan semejante sufrimiento. Sin embargo, quienes todavía duden de la existencia de Dios o nieguen los milagros, también pueden girar la mirada hacia Haití para encontrar la respuesta a sus preguntas. En Puerto Príncipe siguen apareciendo supervivientes dos semanas después del terremoto. Son personas que no han bebido ni comida nada en quince días. Hay algunos casos ininteligibles para la razón y que sólo pueden comprenderse desde una concepción sobrenatural de nuestra existencia. Uno de ellos es el de Ena Zizi, una mujer de 69 años rescatada bajo los escombros de la catedral de Haití. La iglesia se vino abajo por completo, excepto la cruz del santuario, que permaneció en pie. Ena Zizi aguantó una semana entre las ruinas pese a su avanzada edad y deteriorado estado de salud. Era una ferviente cristiana, así que aguantó todo ese tiempo rezando y cantando al Señor. Al séptimo día, la rescataron y ella volvió a ver la luz. Otro caso lleno de simbolismo es el de Moisés, un niño con siete años de vida del que puede decirse que ha vuelto a nacer. Moisés es el pequeño que sobrevivió otros siete días sepultado entre los escombros y que salió a la superficie sin rasguños, con los brazos en alto, sonriente y dando gracias a Dios por tener la oportunidad que otros muchos compatriotas perdieron en el terremoto. Su aguante es de por sí un signo de los muchos milagros que ocurren ante nuestros ojos en las más adversas condiciones y que no solemos descifrar porque hemos perdido la vista inocente y esperanzadora de los niños. Además, Moisés comparte nombre con el hombre que guió al pueblo palestino desde Egipto a la Tierra Prometida y que, al atraversar el Mar Rojo, alzó los brazos para dividir las aguas y que la multitud pasara al otro lado de la orilla. El Moisés haitiano salió de su cautiverio de una semana con los brazos abiertos, como si con ellos hubiera separado los escombros que le devolvieron a la vida. Seguro que Ena Zizi y el diminuto Moisés no se atormentan con preguntas sobre los motivos del terremoto, simplemente dan gracias por haber sobrevivido. Seguro que ninguno de los dos se cuestiona la existencia de Dios, porque durante la semana que estuvieron enterrados tuvieron tiempo suficiente para escuchar su voz en la soledad de las ruinas y ver su rostro en la frontera con la muerte. Algún día, sin necesidad de un terremoto ni de un tsunami, todos nosotros nos encontraremos en la misma situación que Ena Zizi y Moisés. Seguramente sea en una cómoda cama de hospital. Para entonces, tendremos que tener clara la respuesta a tantas preguntas que ahora nos hacemos de forma incomprensible porque no somos capaces de comprender lo más sencillo y a la vez lo más importante de esta vida.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito