ANÁLISIS DE CULTURA
Recuerdos e hipocresía
Por Marta G. Bruno2 min
Cultura04-01-2010
Entramos en una nueva década, y lo primero que nos preguntamos es la manera con la que poder pronunciar 2010 en inglés. Recordemos que ya tuvimos un debate similar con la entrada de nuevo siglo. Entonces eran muchos los que se preguntaban si estaba bien dicho decir “en 2000” o había que decir “en el 2000”. Pero además de este tipo de inquietudes lingüísticas, es momento de recordar también a uno de los grandes y polémicos escritores de la historia. Es Premio Nobel de Literatura, y su obra se vio truncada por un inesperado accidente de tráfico. El autor de El extranjero y Calígula, Albert Camus, dejó este mundo hace ya 50 años. Ahora, es posible que sus restos permanezcan cerca de otros grandes como Marie Curie, Victor Hugo o Voltaire, allá en el templo laico más alto de Francia. Este genio argelino de la literatura conquistó por sus aires interesantes, a lo Rebelde sin causa a la sociedad. Pero la comunidad intelectual quedó maravillada por sus escritos, plasmados de recuerdos imborrables teñidos de sangre. Hablamos del pesimismo enraizado a causa de las dos guerras mundiales. Recordaba el por qué la sociedad no entiende de problemas más allá de los personales, de la indiferencia que existe en la humanidad. Estaba entonces en lo cierto, y hoy lo seguiría estando. Porque algunos fenómenos, como la muerte, que Camus toca en El extranjero, son hoy un tema que no causa ningún sentimiento a la población superior al minuto. Sólo hay que leer el periódico. Existencialistas como él, o como Nietzsche, faltan hoy en las estanterías de las librerías. Porque hoy los únicos ensayos que se venden son los relacionados con los “tejemanejes” que uno puede hacer pasa salir de la crisis. O hablamos sobre psicología llana. Pero cabe preguntarse si estamos a las puertas de un estallido de gloria intelectual que nos acerque a artistas del pensamiento como Camus. Lejos de preguntarse qué había de cierto en su teoría sobre la moral y verdad individual, cuestiones que pueden crear un profundo debate sobre lo cierto de ellas, hay que fijarse en su capacidad para ahondar en la existencia, pese a que él la consideraba “absurda”. Han pasado 50 años de su muerte, de sus obras críticas de la sociedad, y a estas alturas cabe preguntarse si seguimos entre La naúsea y La peste con la hipocresía reinante en nuestro país.
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Marta G. Bruno
Directora de Cultura de LaSemana.es
Licenciada en Periodismo
Estudio Ciencias Políticas
Trabajo en 13TV
Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press