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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Fomentando la abstención

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España26-04-2009

Que nadie lo dude. La abstención será la gran vencedora de la próxima cita electoral. Y como siempre, los de siempre cometerán el error de no tenerla en cuenta. De diluirla entre el debate partidista. Lo que se vota el próximo 7 de junio es la conformación del Parlamento europeo. Pero Rajoy y Zapatero se niegan a dejar pasar la oportunidad y aprovechan la contienda para medir de nuevo quién de los dos la tiene más larga. Políticamente hablando, se entiende. Ellos nos vendieron el proyecto europeo, pero luego son ellos mismos los que demuestran no creer en él. La campaña electoral llama a la puerta y populares y socialistas ya han dado muestras de por donde van a ir los tiros. Plebiscito al presidente. Y es que Europa no llega. Al menos a los españoles. Y eso no es ni peor ni mejor. Simplemente no ha dado motivos. Esa Unión Europea que pasó de ser la de las subvenciones para convertirse en la del redondeo. Y en el todo un poco más caro. Lo que antes costaba veinte duros, pasó a ser un euro, 166 pelas. El dinero que antes entraba en España, en sus huertas, en sus cultivos, pasó a destinarse a países nuevos, recién llegados que jamás hubiesen imaginado salir en un mapa de esos con los que antes uno se aprendía el viejo continente. Es la Unión Europea de cumbres estériles y políticas de foto. Su Parlamento esa especie de gulag o retiro placentero -según las aspiraciones del afectado- donde se destierra a los políticos díscolos o quemados para la política de primera línea del frente. Hay quien retorna de la experiencia europea como quien vuelve del exilio. Pero la mayoría se quedan allí, seducidos por el sueldo alto, fácil y sin excesivas complicaciones. Burocracia de moqueta donde las haya, el invento nació como una unión de mercaderes y varias décadas después nadie podría decir que es otra cosa más allá de eso. No hay un solo proyecto político común en esta empresa que busca, casi mendiga, nuevos miembros como un banco pretende nuevos clientes. No hay un sólo proyecto común de organización más allá de esa supuesta unión en la que, sin embargo, cada uno mira por sus intereses. Entendiendo la cosa como una ampliación en la que reflejar sus políticas nacionales. Ni siquiera fue capaz de ponerse de acuerdo para aprobar su propia Constitución. Y para colmo de la anti democracia lo que los europeos rechazaron en la urnas se aprobó por las malas, maquillado en el Tratado de Lisboa. Entre otras, decían, se daría más protagonismo al Parlamento europeo. Pero si alguien nota alguna diferencia, que avise por favor. Ahora, en España intentan picar al elector con el lenguaje de siempre, con las trifulcas de siempre. Para fomentar esa tensión que pedía Zapatero antes de las últimas generales. Pero ni por esas. Da igual porque ganará la abstención. Reflejo inevitable del hastió y el escepticismo. Y la culpa no será sólo de la UE. Tanto o más serán responsables quienes monopolizarán la campaña para dirimir cuentas personales sin que eso genere ninguna confianza en los ciudadanos. Ninguna mejora de cara a sus problemas cotidianos. Y quien no quiera darse cuenta, que siga mirando hacia otro lado. Recontando puñados de votos que sólo significarán una victoria ficticia. Porque la victoria real será precisamente el rechazo a esa forma de hacer política.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio