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SIN CONCESIONES

La peor empresa de España

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión15-03-2009

Si un empleado hace mal su trabajo, le despiden. Si un comercial no vende, le echan. Si un ministro comete un error, le cesan. Si un empresario pierde dinero, quiebra. Esta es la ley del mercado. Así funciona la economía moderna para casi todo el mundo. Pero hay un sector en el que estas normas quedan al margen: el cine. Las películas españolas caen en recaudación año tras año a la vez que pierden millones de espectadores. Por ejemplo, en 2005 las producciones nacionales recaudaron 106 millones de euros; en 2006, 98 millones; en 2007, 86 millones; y en 2008, 81 millones. En total, un descenso superior al 20 por ciento en recaudación. Los datos oficiales son contundentes. El cine español está en una gravísima crisis: no económica, sino de ideas y de contenidos. Sólo así se explica que las películas nacionales arrastrasen a las salas a 21 millones de personas en 2005 y sólo a 14 millones en 2008. Ha perdido uno de cada tres espectadores, que se dice pronto. Cualquier empresa que ve huir así a sus clientes está próxima a la desaparición. Pero el cine es la excepción. No importa que mermen los ingresos o que el público dé la espalda a los productores españoles, ni siquiera que las películas sean malas. El Gobierno sale a su rescate con subvenciones públicas y canon antipiratería para sufragar a la cofradía de la ceja. Son los mismos que hace un año grabaron un anuncio en plena campaña electoral en apoyo del socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Son los mismos que antaño salían a manifestarse cuando gobernaba el conservador José María Aznar. Son los mismos que gritaron "¡No a la guerra!" de Iraq y guardaron silencio cuando el PSOE envió tropas militares a combatir a los talibanes en Afganistán. Aquellos favores se pagan ahora a través de un Fondo de Protección a la Cinematografía que el año pasado contó con 85 millones de euros y que en este ejercicio rozará los 100. Para ayudar a los amigos no hay crisis. Esto significa que el cine español recibe más dinero de las subvenciones del Estado que de la recaudación de las salas. Buen balance económico pero malísimo indicador del estado del sector. A esto hay que sumar la obligación que a través de la Ley del Cine tienen ahora las cadenas de televisión para invertir una parte de su presupuesto en producción de series, largometrajes y cortos nacionales. Todo un chollo. Con tantas ayudas, tiene delito que el cine siga perdiendo dinero y espectadores año tras año. El motivo más probable puede ser su empeño en convertir el séptimo arte en una máquina propagandística con la que lavarnos el cerebro y adoctrinarnos en las tesis progresistas del siglo XXI. Películas como Mar adentro, Camino, Los girasoles ciegos, Trece rosas y otras muchas están más cerca de la manipulación goebbeliana de la Alemania nazi que de la herencia estética que nos dejaron directores de la talla de Billy Wilder y Alfred Hitchcock. Sin ir más lejos, la última triunfadora de los Premios Goya apenas logró 215.699 espectadores en 2008 y recaudó poco más de un millón de euros. La crítica feroz a una niña elevada a los altares por el Opus Dei ni siquiera consiguió colarse entre las diez películas más taquilleras a pesar de su gran campaña de publicidad. En cambio, las andanzas de Mortadelo y Filemón o de Asterix le superaron en once veces los seguidores (2,5 millones). Nuestros cineastas deberían aprender que su trabajo es cultura y reciben subvenciones para hacer arte, no política. Pueden seguir juntándose una vez al año para regalarse premios unos a otros mientras el Gobierno de Zapatero les financia pero las salas están cada vez más vacías. Deberían dejar de comportarse como una secta donde siempre actúan los mismos y se cuentan las mismas historias. Los ciudadanos queremos cultura, queremos emoción, queremos que nos sorprendan delante de la gran pantalla. No queremos que nos traten como estúpidos ni como borregos.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito