Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE ESPAÑA

Se acabó la fiesta

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España15-03-2009

Zapatero no es de los que salen a perder. Nunca. Ni siquiera a empatar. El líder socialista apuesta siempre por el ataque y el espectáculo. Es valiente en sus decisiones y estrategias. Sólo así se entienden medidas suyas como la creación de un Ministerio de la Igualdad. Y los arrestos, casi alardes, de dárselo a Bibiana Aído. Arriesgado también fue convertir a Carmen Chacón, entonces embarazada, la primera ministra de Defensa de la historia. Le salió bien. Zapatero es optimista por naturaleza y siempre piensa en el éxito de sus propuestas. Aunque esa actitud de coraje en el terreno de juego de la alta política es para algunos una osadía, un atrevimiento y una inconsciencia constante que tiene su origen en la improvisación. A lo largo de sus cinco años de mandato, Zapatero ha dejado para el recuerdo movimientos que van desde el Estatuto catalán, hasta el cheque bebé pasando por los 400 euros, las bodas gays, el divorcio express, el diálogo con ETA... Acciones más o menos acertadas y sobre todo arriesgadas. Pero ahora, ni siquiera ese estilo de juego y su estrategia sobre el campo que tantos frutos le ha dado en el pasado está consiguiendo eclipsar un grave problema que se le ha colado por la retaguardia: la crisis económica. Cuando el respetable todavía se pregunta si la culpa la tiene la coyuntura mundial o Zapatero por despilfarrar en medidas más electoralistas que efectivas -o un poco de las dos cosas-, el monstruo se va comiendo puestos de trabajo como Triki devoraba sus galletas. Y por mucho que el juego del Gobierno sea bonito y vistoso, arriesgado y valiente, cuando los resultados no cuadran, la primera víctima es el entrenador. Por eso Zapatero está obligado a hacer cambios en su equipo. Y tiene mucho que remodelar. Desde ministros que directamente son un insulto a la inteligencia de los españoles como Magdalena Álvarez, Aído, lo era también Bermejo… a otros que directamente ni se les conoce por su casi nula actividad. Pero el primero en salir quizá debería ser el vicepresidente económico Pedro Solbes. No por que no valga, sino porque ya ha manifestado varias veces en público que lo que más le apetece no es sacar a España de la crisis, sino volverse a su casa y esconderse debajo de la cama. Y quien no tiene ganas de sudar la camiseta, simplemente sobra. Hay rivales contra los que está permitida la gambeta, la filigrana, el recorte. El PP es un ejemplo. En cinco años y once elecciones han ganado sólo dos. Hasta ahora la sobriedad y el enfado constante de Rajoy no había sido rival. Pero los populares han encontrado en la crisis a un aliado fuerte que obliga a Zapatero a modificar su esquema. Por eso toca cerrar bien la defensa y olvidarse por un rato del jogo bonito. Dicho de otro modo, toca abrazarse a la austeridad y olvidarse del café para todos. Algo que tendrá que empezar a explicar a los nacionalistas en el Congreso donde el PSOE se ha quedado sin apoyos. El 1-M ha supuesto la ruptura con el PNV. El BNG ya no comparte Ejecutivo con los socialista en Galicia por lo que vuelve a ser libre en Madrid. Y los grupos catalanes no están dispuestos a ser los salvadores de nadie. Hace unos años, en un debate sobre el estado de la Nación, Rajoy le dijo al presidente: “Cuando se acabe la fiesta, las luces se apaguen, los amigos se vayan y toque ponerse a recoger lo que han dejado, el único que estaré ahí seré yo señor Zapatero”. Lo dicho, se acabó la fiesta.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio