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ANÁLISIS DE DEPORTES

Nada es lo que parece

Fotografía

Por Alejandro G. NietoTiempo de lectura3 min
Deportes01-03-2009

“Cataluña no es España”. Thierry Henry, que ha sorprendido a propios y extraños con tal magistral clase de geografía, parece que poco ha aprendido de nuestro país en el algo más de un año y medio que lleva viviendo en él. Henry, ese grandísimo hijo de las Antillas –su padre es de Guadalupe y su madre de La Martinica– adoptado por Francia, ha pasado de la noche a la mañana de ser un futbolista en el ocaso de su carrera futbolística a convertirse en un experto en historia de España. Pobre infeliz. Ya le hayan comido la cabeza en Barcelona con las ideologías que defiende a capa y espada su presidente. Aún así, un jugador con la veteranía de Henry debería controlar más sus palabras y pararse a pensar antes de hablar. ¿Qué habría respondido si, tras soltar esa perla, le hubieran preguntado si Córcega tampoco es Francia?. La verdad es que el hombre debe andar bastante confuso con esas cuestiones territoriales. Aunque lo que parece que sí le ha debido quedar claro tras la jornada europea –a él y a todo el país– es que España no es Europa. Es decir, que el nivel de nuestra competición nacional dista mucho del que exige el fútbol más allá de nuestras fronteras. Barcelona, Real Madrid, Atlético y Villarreal no han estado a la altura, aunque todavía pueden enmendar sus errores en la vuelta de los octavos de final. Esa suerte ya no la tienen ni Valencia ni Deportivo, que dejaron huérfana de españoles a la Copa de la UEFA más desaborida de los últimos años. A nivel futbolístico, España lleva años dejándose comer terreno por Inglaterra. Y ahora parece, incluso, que hasta los equipos del Este de Europa, tradicionalmente más pobres y limitados, progresan mejor. No hay más que fijarse en el cuadro de los octavos de final de la UEFA. De consumarse el fracaso español (sólo el Barça parece tener grandes opciones de pasar ronda), hasta cinco equipos de la antigua Unión Soviética más uno de Grecia permanecerán vivos en las dos grandes competiciones continentales, por sólo uno que España (pues incluimos dentro de la misma a Cataluña, discrepando con el ilustre Henry) parece poder mantener. Y después de tantos sinsabores, a los aficionados al deporte en España nos queda, al menos, el consuelo de comprobar cómo el fútbol tampoco es, ni mucho menos, similar al tenis. En el deporte de la raqueta las cosas sí que marchan como la seda. Al título de Rafa Nadal en Australia y los éxitos de Tommy Robredo en este arranque de año se han sumado esta semana las buenas actuaciones de Nicolás Almagro y David Ferrer. El gran estado del tenis español es un excelente presagio para la defensa del título en la Copa Davis, que comienza este fin de semana ante Serbia, y para una temporada del circuito mundial que apenas ha dado sus primeros pasos.

Fotografía de Alejandro G. Nieto