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EE.UU.

Obama admite su error en los nombramientos: "Metí la pata"

Fotografía

Por Miguel MartorellTiempo de lectura3 min
Internacional08-02-2009

El primer varapalo al nuevo presidente de Estados Unidos no ha provenido por sus primeras iniciativas al frente de la Casa Blanca, sino por los nombramientos en su Administración, después de que tres de los elegidos hayan renunciado al cargo por problemas con el fisco o investigaciones por presunta corrupción.

Con los índices de aprobación prácticamente intactos, el mayor revés que ha sufrido el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en los primeros 15 días al frente de la Administración los ha provocado su equipo de asesores. Tres de sus nombres elegidos para ocupar altos cargos en su Gabinete han renunciado por distintas causas, lo que pone en cuestión el trabajo de su círculo a la hora de comprobar el pasado de cada una de esas dimisiones. El 66 por ciento de los estadounidenses aprueba la gestión de Obama en sus primeros 15 días en la Casa Blanca, sólo dos puntos por debajo del índice que logró nada más tomar posesión del cargo. Poco o nada se ha resentido el presidente de EE.UU. de las tres renuncias que ha sufrido su Gabinete en los primeros 15 días de Gobierno. El primer golpe se produjo 16 días antes de que Obama tomara posesión de su cargo en Washington. El hombre designado para ocupar la Secretaría de Comercio, Bill Richardson, renunció a ocupar la Cartera al conocerse que estaba siendo investigado por presunto trato de favor a una empresa californiana durante su etapa como gobernador de Nuevo México. Poco después, se tambaleaba el cargo de Tim Geithner, elegido como secretario del Tesoro, al hacerse público que no había pagado 40.000 dólares a la Hacienda estadounidense. Geithner salvó el puesto al explicar que se trataba de un error y no de un intento de defraudar impuestos. El Senado aceptó sus explicaciones y le confirmó en el cargo. La siguiente polémica surgió en torno a Nancy Killefer, elegida para supervisar la eficiencia presupuestaria de la Administración estadounidense. Según filtraciones a la prensa, Killefer renunció por problemas con el fisco, e incluso se hizo público que sobre su casa pesa una orden de embargo por impago de impuestos. La última dimisión fue la de Tom Daschle, destinado a convertirse en el protagonista de la reforma de la sanidad que pretende Obama. Al parecer, Daschle dejó de pagar 128.000 dólares en impuestos al no declarar el servicio de limusina y chófer que le proporcionaba un contribuyente demócrata, lo que derivó en su renuncia. El presidente de EE.UU. ya ha buscado un sustituto para Richardson, cuyo cargo lo ocupará el senador republicano Judd Gregg. Los puestos de Killefer y Daschle, mientras tanto, continúan vacantes, a la espera de que el equipo de Obama encuentre sustitutos, aunque en el caso de la Secretaría de Sanidad se especula sobre la posibilidad de que sean dos personas las que afronten la reforma sanitaria. Con tres renuncias en el equipo, Obama entonó el mea culpa. “Me siento frustrado conmigo mismo y con mi equipo”, afirmó el presidente, especialmente por el caso de Daschle, que amenazaba el inicio de la reforma de la sanidad. “Metí la pata. Cometí un error, y probablemente no sea el último que vaya a cometer durante mi mandato”, añadió. Aunque Obama advirtió de que “es importante dejar claro el mensaje de que no hay dos tipos de reglas, uno para la gente corriente y otro para las personalidades”, lo cierto es que las dudas no surgen en torno a él, sino en torno a su equipo de asesores, que se han demostrado incapaces de estudiar en profundidad el curriculum de los elegidos para dirigir la Administración en la era Obama.

Fotografía de Miguel Martorell