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ISRAEL

Bush cierra la puerta al diálogo con Hamas en el 60 aniversario de Israel

Fotografía

Por Miguel MartorellTiempo de lectura3 min
Internacional18-05-2008

No habrá diálogo con los que se levanten en armas contra Israel. Este fue el mensaje fundamental del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en su visita al Estado de Israel en la celebración del 60 aniversario de su creación en los territorios palestinos. Además, Bush reiteró una vez más el apoyo de EE.UU. a la causa israelí en palestina, un respaldo que no se queda únicamente en la esfera política.

“En Israel hay quizás siete millones de habitantes, pero en vuestra lucha contra el terrorismo sois 307 millones porque EE.UU. está a vuestro lado”, proclamó Bush durante un discurso ante el Parlamento plagado de referencias bíblicas y religiosas y con el que fue continuamente interrumpido por los aplausos. Cada 14 mayo Israel conmemora su aparición como Estado independiente en los territorios palestinos, donde en 1948 David Ben Gurion estableció el nacimiento de un nuevo Estado. En este marco, el discurso de Bush durante su visita a Israel no tuvo nada de casual o improvisado. La causa hebrea tiene un apoyo incondicional en EE.UU. Ningún gobierno, sea cual sea su color, ha cuestionado nunca la política de Israel, ni siquiera en su asedio a los palestinos. Es más, algunos gabinetes de corte más conservador han llegado a promulgar una política de mano dura hacia los otros pobladores de Palestina. Los estadounidenses ven en Israel y sus habitantes el ejemplo moderno de lo que fueron los primeros pobladores del continente norteamericano: intentando sobrevivir en tierra hostil. A eso se añade la profunda carga de significado religioso que tiene para los sectores ultraconservadores el que aparece en la Biblia como “pueblo elegido”. De ahí que el discurso de Bush estuviera cargado de referencias bíblicas y, especialmente, ese recuerdo a Masada, la fortaleza construida a orillas del mar Muerto que se ha convertido en un mito israelí. Allí, miles de judíos prefirieron suicidarse en masa antes que continuar viviendo como esclavos de los romanos, cuyas legiones se hallaban a las puertas. “Masada nunca volverá a caer”, remachó Bush, cuyas palabras fueron seguidas de una ovación cerrada de los diputados. Pero quizá más importante que el consabido apoyo de EE.UU. a la causa israelí o el tremendo contenido religioso que tiene ese respaldo entre la población norteamericana, fueron unas lacónicas palabras de Bush sobre el diálogo. “Algunos parecen creer que deberíamos negociar con los terroristas y los radicales, como si algún argumento ingenioso fuese a persuadirles de que están equivocados (...) Cuando los tanques nazis cruzaban Polonia en 1939, un senador estadounidense declaró: Dios mío, si pudiera haber hablado con Hitler todo eso podría haberse evitado”, señaló Bush. Este curioso paralelismo entre Hitler e Irán o las facciones palestinas más radicales sirvió para que Bush desacreditara cualquier tipo de actitud conciliadora, una “falsa ilusión” a su juicio que la historia se ha encargado de echar por tierra. Con esta frase, Bush hacía referencia no sólo a los que promueven un diálogo con Hamas para romper el ciclo destructivo en el que se halla el conflicto desde hace 60 años, sino los que creen que el contencioso nuclear iraní se debe solucionar con el diálogo. Entre los últimos portavoces de estas opciones más cercanas al diálogo que a las armas se pueden encontrar al senador Barack Obama, o al ex presidente Jimmy Carter. “El mundo no puede permitir que Irán tenga armas nucleares, por el bien de la paz mundial”, proclamó Bush, que coincidió en este planteamiento con el primer ministro israelí, Ehud Olmert. Por último, expresó su confianza en que el proceso abierto en Anápolis llegue a buen puerto. La visita del presidente estadounidense cobra especial importancia no sólo por la fecha significativa en la que se realiza, sino porque bien podría ser la última de Bush como inquilino de la Casa Blanca, toda vez que las próximas elecciones en EE.UU. se celebran a finales de este año, y una gran relevancia para Olmert. El primer ministro israelí se ha visto envuelto en un nuevo caso de corrupción política que puede acabar con su vida política, cuya popularidad ha caído en picado desde que salió a la luz el primer caso.

Fotografía de Miguel Martorell