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ANÁLISIS DE ESPAÑA

El paso del Rubicón

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España27-05-2007

Resulta que unas elecciones, por muy locales que sean, siempre son unas elecciones. Precisamente, una consulta municipal consiguió derrocar una Monarquía en España e implantar una República hace no mucho tiempo. Es por ello que las connotaciones de este tipo de comicios suelen tener repercusiones más allá de la realidad. Más aún si la fecha señalada se encuentra extraordinariamente próxima a unas elecciones generales donde la realidad ya supera incluso a la ficción. O al revés. El caso es que tanto Zapatero como Rajoy sabían bien todo esto y por ello desde el principio plantearon el 27-M como un ensayo general para la batalla definitiva del año que viene. Y en el intento de convertirlo en unas primarias no dudaron en dejar a un lado las necesidades de municipios y regiones y sacar toda la artillería pesada. Las mentiras del 11-M, la guerra de Iraq, la política antiterrorista, la figura de Aznar. De nuevo viejas y efectivas armas salían a escena en su modalidad más incisiva del todo vale. No obstante Rajoy se jugaba mucho más que su rival en estas elecciones. Lo suyo era vencer o morir. El último tren para encarar con garantía el tramo final de legislatura. Solo su lema de campaña, Confianza en el futuro, ya era toda una declaración de las necesidades de un partido falto de alegrías desde hacía demasiado tiempo. Y salió bien. Siete años después -concretamente desde la mayoría absoluta de Aznar en el 2000- dirigentes del PP se asomaban al balcón de su sede en la calle Génova de Madrid para celebrar una victoria electoral ante sus simpatizantes. Tan sólo ha bastado un estrecho margen de votos totales en unos comicios autonómicos y municipales para que Rajoy festeje su primera victoria electoral ante Zapatero. Y se lo debe precisamente a el. Fue el presidente del Gobierno quien se inventó aquello de que unas municipales las gana el partido más votado. Hoy esas palabras han jugado en un su contra. O mejor dicho, a favor de un partido que ha conseguido despejar las dudas que le perseguían desde aquel 14-M. Desde aquel “tu y tú guerra”. La foto del balcón con Acebes, Aguirre, Rajoy y Gallardón supone la resurrección de un partido que estaba herido de muerte. Y se produce en el momento justo. Acebes parecía haber sido indultado de su pasado. Aguirre y Gallardón parecían también haber saldado sus deudas. Y Rajoy en el centro de todos ellos escuchando eso de “¡presidente!”, “¡presidente!”. Del ruido de sables ante el futuro borroso al todos a una. Y todo por un puñado de votos de diferencia. Rajoy y el PP siempre recordarán el 27-M como el día en el que cruzaron el Rubicón y pusieron destino a Roma. Como el día en el que vieron que la victoria es posible. Si algo ha quedado claro, connotaciones aparte, es que la campaña no ha hecho más que empezar. Agárrense que vienen curvas.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio