La Real celebra el subcampeonato

Por Miguel Venegas2 min

La Liga acabó escapándose en los dos últimos suspiros. Se fue a Madrid, con los ricos, los que año tras año llenan fuentes y levantan copas. La grandiosa temporada de la Real se quedó sin el premio gordo. Anoeta se quedó sin tocar los cielos; se quedó en las puertas, pero la fiesta terrenal de San Sebastián recordó a los galácticos que ellos no son los únicos que han triunfado esta temporada. Guipúzcoa entera se tiñó de blanco y azul, en un partido que, lejos del título, fue el colofón al trabajo bien hecho. Pero el trofeo estaba en la mente de Anoeta en los primeros minutos del encuentro. La tensión y los nervios invadían la grada y el césped, donde los blanquiazules comenzaban fallando lo imperdonable ante un Atlético que parecía invitado a la fiesta. Anoeta vivía al ritmo de los transistores, que paraban al equipo con el primer gol del Madrid. Pero el Athletic empataba su encuentro, y la Real retomaba las alas con un disparo al poste de Nihat. La ilusión se vino abajo, sin embargo, con la segunda parte. Mientras Kovacevic y De Pedro levantaban Anoeta con sus goles, Ronaldo desmontaba a los vecinos bilbaínos y agotaba la esperanza de los donostiarras. El título se iba a Madrid, pero la fiesta de San Sebastián comenzaba a parecerse a la de todo un equipo campeón. La ola blanquiazul inundaba Anoeta, mientras Nihat ponía broche a una temporada de goles y fútbol que ensalza la labor de Reynald Denoueix. La Real se quedó sin la copa, sin los honores, sin los homenajes; pero la afición txuri-urdin se daba su propia recompensa convirtiendo las lágrimas en cánticos de felicidad. Una vez más la afición donostiarra pregonaba con el ejemplo; lo suyo no es la violencia, la ira, la pena. San Sebastián es una gran celebración, el orgullo de ser segundo, de poner en jaque el orden normal del fútbol, precisamente desde el buen juego. Un motivo de felicitación. Que siga la fiesta.