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Catalina Vallés había decidido separarse de su ex marido hace algún tiempo, tras mantener con él fuertes discusiones ya que tenían caracteres muy distintos. Según parece, Rafael Martínez Valera, de 44 años de edad, nunca estuvo conforme con la separación ya que amaba a su ex esposa y no deseaba perderla, pero eso no impedía que ante cualquier discusión se tomase la justicia por la mano y la golpease duramente. De modo que Catalina no estaba dispuesta a volver con Rafael y éste intentaba presionarla constantemente para que lo hiciese sin llegar a lograr su objetivo. De esa forma, Rafael intentó seguir viéndola y la asaltaba en cualquier lugar para convencerla y reanudar la relación. El día de los hechos, Rafael Martínez Valera se dirigió a su viejo domicilio familiar y se entrevistó de nuevo con su ex mujer a la que explicó de nuevo sus propósitos. Durante la conversación, surgieron los problemas habituales y Rafael tomó un cuchillo y, tras golpearla, amenazó con clavárselo. Catalina logró arrebatarle el cuchillo e hizo ademán de guardarlo en un cajón de la cocina, pero como Rafael volvió a las andadas, se volvió y se lo clavó en el pecho. Luego salió corriendo hacia la calle y se metió en un bar. Allí, encontró al abogado que la defendió en el juicio por separación. El letrado aconsejó a Catalina que se entregase a la policía, cosa que ésta hizo tras llamar a una ambulancia que recogió aún con vida a la víctima, pero con heridas de tal gravedad que murió poco antes de ser ingresado en una clínica. Catalina se dirigió al juez de instrucción Pedro Barceló, a quien confesó su crimen. Reconoció haber asestado una puñalada en el toraz a su ex compañero al volver a ser golpeada por éste. El juez decretó el ingreso en prisión de Catalina. La pareja tiene un hijo de 16 años que convivía con la madre en el lugar donde ocurrieron los hechos. El joven no se hallaba presente en el chalé en el momento que sucedió la discusión. derrumbarse varios bloques de una pared de hielo El suceso se produjo cuando ascendían por una de las paredes de hielo del circo de Gavarnie (zona central de los Pirineos). Un alud de hielo y rocas sorprendió a los montañeros, que fueron arrastrados por la avalancha. Parece ser que el origen de la catástrofe son las altas temperaturas, poco habituales a estas alturas del año, que posibilitaron el deshielo. Los cuerpos de los fallecidos se quedaron colgados a 300 metros de altura. Durante todo el viernes fue imposible el rescate de los cadáveres, ya que no fue hasta el sábado cuando los servicios de salvamento recuperaron los cuerpos. Los españoles fallecidos son José García Arranz, de 32 años, Jorge Pereira Ruiz, de 34, y Martín García Velasco. Los dos primeros eran profesores de la Escuela madrileña de Montaña, lo que explica lo impredecible del suceso, ya que expertos escaladores como ellos no pudieron prever ese terrible accidente. Todos ellos formaban parte de un grupo que practicaba la escalada en esta zona pirenaica. Además, dentro de este mismo grupo también hubo otra víctima: el argentino Daniel Gluschanpkos, de 43 años. Este hombre resultó herido grave en el mismo percance, aunque posteriormente fue trasladado a un hospital del oeste de Francia. Entró en coma, y las graves heridas sufridas causaron su muerte. A estos cuatro montañeros muertos se suma un ciudadano belga que se despeñó por un precipicio de 600 metros de altura, en una localidad francesa. [13-2-1998] |