El fútbol es justo, el fútbol es bonito, el fútbol es rencoroso y vengativo… Pero el fútbol simplemente es fútbol y ya sea coincidencia o no, los mejores son los que se suelen llevar las alegrías. El partido sobrepasaba los minutos reglamentarios y Costa de Marfil celebraba ya su pase, les valía el empate. Pero no lo habían merecido y Grecia mereció ganar. Pudo ganar de cualquier forma pero fue de penalti en el minuto 92. El gol de Samaras certificaba el primer pase a los octavos de final de la historia de la selección helena en un Mundial.
Costa de Marfil necesitaba un empate, simplemente un empate y estaría en los octavos de final de la Copa del Mundo de Brasil 2014. Grecia necesitaba ganar y que Japón perdiese. Esas eran las variables del encuentro. La última jornada de la fase de grupos y todo pendiente para los octavos de final. Quién podría decir antes de un partido que se podía ver a una selección como la de Costa de Marfil con miedo, atemorizada, frágil y regalando oportunidades a una Grecia que no las necesitaba para acarrear peligro. La selección europea no había hecho un solo gol hasta el momento en el torneo pero tomó las riendas del partido y se ocupó de firmar la mayoría de las ocasiones de gol. Parecía que el balón no quería entrar pero la defensa costamarfileña lo quiso poner fácil. Un regalo, sin lazito pero un regalo. Un balón mal cedido de Tioté provocaba el robo de Samaris que tras hacer una pared con Samaras se veía delante del portero, con todo el espacio del mundo para pensar. Hacía el uno a cero y Costa de Marfil necesitaba apretar para intentar poner el empate que les daría la clasificación. Era el momento de un Drogba titular que pareció sentirse algo más incómodo que partiendo desde el banquillo. Los africanos tenían que empatar, realizaron cambios y el equipo recobró la sonrisa perdida, al menos consiguió plantar cara a una Grecia que había sido superior en la primera parte. Aun así las llegadas de Grecia eran peligrosas. Pero en un momento de debilidad heleno y en la ocasión más clara para ellos, Costa de Marfil ponía el empate. Una jugada de triangulación permitía a Boni hacer el gol del empate. Suponía acercar la clasificación a su país, el empate les valía y lo acababan de conseguir pese a no estar realizando uno de sus mejores partidos. Aquí es donde entra el dilema moral del fútbol, Grecia se merecía ganar el partido, dos lanzamientos al larguero y uno al palo así lo decían. Pero quizás Costa de Marfil no mereciese un golpe tan duro. El partido estaba muriéndose y ya solo quedaba el añadido, el tiempo de descuento. Entonces un ataque de la selección helena derivaba en una jugada por banda izquierda que acababa en un pase atrás que cuando Samaras iba a rematar no pudo. Penalti bastante claro y arriesgado. Samaras cogió el balón y pese a saber que su disparo podía ser historia de su país no titubeó y mandó el cuero a la red. Costa de Marfil se hundía en el polvo mientras toda Grecia celebraba su pase a segunda fase. El fútbol volvía a ser caprichoso y dejaba todo para el final. Lo único que hoy es Grecia quien sonríe y Costa de Marfil quien llora.