NBA

Kobe Bryant se despide de
la NBA con 60 puntos

14-04-2016
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El Staples Center de Los Ángeles se despidió de su icónico jugador en una noche memorable. Bryant anotó 60 puntos en la victoria frente a los Jazz, que dejó al conjunto de Utah fuera de la postemporada. Tras veinte campañas defendiendo los colores angelinos, La Mamba se retiró con una marca para el recuerdo. Kobe se marcha tornando el odio de sus rivales en cariño y admiración hacia una gran estrella que marcó a dos décadas de aficionados al baloncesto.


“Espero haberles dado algo que recordar”. Con esta frase se despedía Kobe Bryant de su prolifera carrera baloncestística. Con palabras y 60 puntos anotados ante los Jazz, su última victima. Los de Utah sufrían a la mejor ‘Mamba’ y perdían el acceso a los PlayOffs. Kobe se fue como siempre jugó, con un espíritu asesino que le permitió obtener cinco anillos de campeón. Su anotación es la más alta de todas las retiradas de la historia de la NBA. Se fue un grande. Se fue Kobe Bryant.

Sus números hablaran siempre por él. Con la alargada sombra de Michael Jordan siempre presente, su carrera ha estado plagada de hitos. Cinco títulos de campeón, los 81 puntos ante los Raptors, segunda mejor marca de todos los tiempos, Tercer máximo anotador de la historia, MVP de la Regular Season y dos veces de las Finales, 25 veces por encima de los 50 puntos (tercero en la historia), 18 All-Star, dos oros olímpicos y muchos más registros que le elevan al Olimpo del baloncesto.

Su retirada también ha sido un espectáculo sin parangón. El Staples Center, el pabellón que le vio jugar durante 20 años, todos vestido de purpura y oro, fue testigo de la última picadura de la Mamba Negra. 60 puntos en 42 minutos de juego. Y los Jazz eliminados. No solo eso, anotó 20 puntos en el último cuarto, cuando los Lakers iban 14 puntos abajo.

A falta de cinco minutos, con el marcador abajo, Bryant cogió la batuta. Todos los balones pasaron por sus manos, y los últimos 19 puntos fueron obra suya. Cinco canastas de dos, un triple y cuatro tiros libres dieron la ventaja a los angelinos. Jordan Clarkson remató el encuentro con una canasta, eso si, a pase de Kobe. Los Jazz no se lo podían creer, con el 101-96 definitivo estaban fuera de la postemporada por culpa de La Mamba. Y el Staples se rindió a su ídolo.

La última temporada ha sido una larga despedida. Sin un equipo competitivo y con el lastre de las lesiones que le condenaron en las pasadas campañas, Bryant no brilló como antaño. Aunque donde hubo llamas siempre quedan brasas y aún dejó partidos para el recuerdo. Ovaciones y abucheos por igual, la NBA se despedía cada partido del hombre que ha marcado las últimas dos décadas.

La alargada sombra de Jordan
Para muchos el salvador de la competición tras la retirada del mítico Michael Jordan, Kobe siempre estuvo a su sombra. Gran anotador, competitivo y muy plástico en su juego, las comparaciones fueron siempre un castigo. Compartía con Air Jordan hasta su mejor movimiento, ese ‘fadeaway’ imparable con salto hacia atrás que tantos triunfos ha dado a los angelinos.

Incluso sus últimos puntos llegaron de la misma forma, con dos tiros libres, como Jordan en su último partido. Pero Bryant fue algo más que el ‘nuevo Jordan’, fue el jugador más odiado por sus rivales durante una veintena de años. Un rival mortal que oscureció por momentos a su ídolo y amigo, pero rival en la cancha y en la admiración de los aficionados al buen baloncesto.

Un vida de triunfos ligada a los Lakers
Mucho le deben los angelinos a su estrella, que toda la vida vistió sus colores. Lejos queda ese Draft del 96, uno de los tres más talentosos de la historia, donde Bryant quedó lejos de los mejores puestos. El número uno fue para el genial Allen Iverson, y compartió ronda de elección con mitos de la talla de Steve Nash, Ray Allen, Jermaine O’Neal, Stojakovic y Marbury. Su puesto, el 13, fue una de las jugadas maestras de las oficinas de los Lakers. Probado por otras franquicias como los Celtics y drafteado por Charlotte Hornets, Buss no dudó en seguir el consejo de su General Manager, el mítico Jerry West, e intercambiar a una estrella consagrada como Vlade Divac para hacerse con sus servicios. Nunca se arrepintió.

Con un arranque irregular, del primer año solo destaca su participación en el partido de los novatos y ganar el concurso de mates. Su segunda campaña, todavía desde el banquillo, le convirtió en el jugador más joven en jugar un All-Star. Pero no fue hasta la llegada de Phil Jackson que, junto a Shaquille O’Neal, pudo saborear la gloria. De la mano de 'Maestro Zen', O’Neal y Bryant formaron un tándem imparable que les llevó a conseguir un ‘three-peat’, tres títulos consecutivos entre 2000 y 2002.

La relación con O’Neal era de amor-odio. En la cancha imparables. Fuera de ella, se detestaban. Shaq tomó rumbo a Miami tras el fallido “Big Four” formado con Bryant, Karl Malone y Gary Payton y llegaron los años del ‘Kobesistema’. La Mamba anotaba más que nunca, pero sus individualidades no bastaban.

Los nuevos triunfos no volvieron hasta la llegada de su otra gran pareja en la cancha, Pau Gasol. El de Sant Boi, al que Bryant considera su ‘hermano en la cancha’, fue contratado en la temporada 2007-08. Los Lakers perdieron en la final (pese a haber logrado Bryant su único MVP de la temporada) frente a los Celtics de Garnett, Pierce y Allen. La mano de Phil Jackson, que volvió a dirigir a los angelinos, llevó a Kobe a dos nuevos anillo en 2009 y 2010. El fin de la era Jackson fue también el fin de los triunfos de Bryant. Los Lakers no pudieron mantener su competitividad y la lesión de Kobe cerró una racha triunfal. La Mamba nunca se rindió, pero no volvió a ser el de antes.

Díscolo y polémico, Bryant siempre estuvo en el centro del huracán. Su excesivo individualismo y afán de reconocimiento, su mala relación con algunos de sus compañeros como Shaquille O’Neal y sus escándalos extra deportivos, como una acusación de violación, siempre le mantuvieron en el centro de los focos. Capaz de lo peor y lo mejor. Phil Jackson dijo de el que era ‘inentrenable’, para luego volver a dirigirlo y conquistar junto a él dos nuevos anillos.

Ante Utah se despidió una estrella. Un ídolo de dos décadas de jugadores que han imitado sus movimientos y que han buscado destronarle en el parqué. El jugador que lució el 8 y el 24 de los Lakers dejó su huella en su último día vestido de corto. Frente a su público pronunció sus últimas palabras como jugador de baloncesto: "No puedo creer lo rápido que han pasado 20 años. Es una locura. Gracias desde el fondo de mi corazón. Os quiero. ¿Qué puedo decir? Mamba fuera".

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