Actores: Michael Shannon, Jessica Chastain, Shea Whigham, Katy Mixon, Kathy Baker, Lisa Gay Hamilton
Género: Drama psicológico
Duración: 123 minutos
País: Estados Unidos
Año: XXII
Posiblemente sean las taras mentales –y por ende espirituales- las más inquietantes, asombrosas y temibles de las patologías que acosan a eso que llaman la “máquina más perfecta” que se haya creado. Son muchos los artistas que, atraídos por el oscuro mundo de las psicopatologías, han tratado de abordar un asunto tan ajeno como humano, algunos de manera tan sublime como Luca de Tena, capaz de ingresar voluntariamente en un psiquiátrico como previa fase documental para realizar su obra culmen: Los renglones torcidos de Dios. Pero Take Shelter es agua de otro florero.
Lo novedoso de este caso quizá sea la forma en que Nichols aborda el asunto, convirtiendo el filme en un retrato de la América profunda anclada en los valores que han motorizado su forma de vida durante años y ante el revisionismo de los cuales no piensan ceder. Un cuadro del drama personal y familiar que supone una enfermedad tan poliédrica como la esquizofrenia que el cineasta consigue encuadrar a la maravilla en el retrato social del mundo rural reacio a cambiar los patrones que les han regido durante años.
Curtis (Michael Shannon) es un obrero cuya vida gira en torno a las apacible y feliz normalidad. Casado con el máximo exponente de la dulzura de Hollywood, Jessica Chastain, y con una hija sorda a la espera de ser operada (la pequeña hace un papel encomiable), la vida de nuestro protagonista comienza a rozar la locura cuando sus sueños se tornan en oscuras premoniciones apocalípticas que, durante el día, de vuelta al realidad consciente, parecen confirmarse.
Nichols construye un relato embriagador, cargado de un montaje tonal y una planificación que lo dicen todo sin decir "ni mu". Se consigue recrear una atmósfera asfixiante que mantiene al espectador entre la fina linea que separa la locura de eso que llaman percepción de la realidad. Igual de solventes están Shannon y Chastain, una pareja formidable sin los cuales la cinta hubiera perdido cierta credibilidad.
Lo difícil en este caso es juzgar el final. Algunos dirán de él que un cierre simplón; otros, incongruente y oportunista; quizá simplemente profético. Para la reflexión, una cita de Enrique Heine que acompaña a mi edición de la obra de Luca de Tena anteriormente, una cita que lejos de aclarar nublará más las ideas: “la verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca”.
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