La novela del escritor francés nos narra el impactante episodio que vive Lauren, una doctora interna. Sufre un fatídico accidente de coche tras el cual queda sumida en un profundo coma. Pero su energía, su alma, sigue despierta, aunque no dentro de su cuerpo; ve y oye todo, es como un fantasma cuyo organismo está conectado a unas máquinas.
Nadie la ve, excepto Arthur, el inquilino que ocupa su casa ahora que ella está en coma. Arthur se enamora de Lauren. Lucha para que no le practiquen la eutanasia al cuerpo de aquel espíritu, el cuál veía en forma de hermosa mujer.
El autor plantea el asunto de la eutanasia y de la muerte cerebral. Fantasea, en cierto modo, con qué le ocurre a las personas cuando están en coma: si oyen, si son conscientes del entorno, qué piensan, si es que piensan… en definitiva, qué ocurre con su alma.
Estos enigmas y dilemas morales están ocultos en la maravillosa historia de amor y generosidad que viven Arthur y Lauren. Se narran momentos emotivos y felices, pero también agridulces.
La novela, además, tiene tintes cómicos; el sarcasmo y el humor del amigo de Arthur, Paul, hace soltar alguna carcajada al lector. Este personaje es muy importante en el trascurso de la historia. Ayuda a Arthur en las aventuras emprendidas para salvar la vida de Lauren, y todo ello sin muchas explicaciones. Creyó en su amigo sin entenderle y pensando que atravesaba momentos de locura. Como se dice en la novela, "si la amistad no es compartir todos los delirios, entonces, ¿qué es?"
Ojalá fuera cierto descubre que el amor tiene un sabor maravilloso: para recibir, hay que dar; para poder amar, hay que ser uno mismo. Para lograr ser uno mismo, es necesario afrontar la realidad desde una perspectiva adecuada, renunciando a la superficialidad del mundo y recorriendo el camino de la fascinación.
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