Los españoles ya estamos acostumbrados a que se peguen los políticos. No nos sorprende que Bárcenas diga A y Rajoy responda, cuando quiere, B. Que el PSOE critique al PP y la derecha se meta con la izquierda. Estamos hartos de ver un puching-ball constante, pero la gota que colma el vaso es ver esta pelea política y empresarial en los medios de comunicación.
De todos es sabido que cada medio tiene su interés y su línea editorial y que cuanto más fama y más lectores, “mejor” le irá en el terreno económico, pero leer titulares de un periódico criticando al vecino y enzarzarse en una guerra: ABC “pacto las preguntas”, El Mundo “está destrozando al PP”, El País “qué papeles ha sacado”, etc. dice muy poco del periodismo español.
No niego que sea todo cierto, que ABC haya hecho mal pactando las preguntas, que El Mundo no esté jugando limpio… pero más importante que todo eso es cómo los medios se están poniendo al servicio de la política en vez de al del ciudadano.
La Asociación de la Prensa de Madrid lleva meses defendiendo el “No a las ruedas de prensa sin preguntas”. Asistir a una rueda de prensa a escuchar un discurso es igual que verlo escrito delante de un ordenador desde la redacción. Y asistir a una rueda prensa, con la que está cayendo, y sólo poder hacer dos preguntas previamente pactadas para que sean “light” es indignante. Pero que el periodista –y el medio- entre en ese juego, lo es aún más. Y que, además, la pelea sea entre medios y no entre medios VS políticos es desviarse de lo esencial.
Tuvo que ser hace poco una estudiante de periodismo alemana la que sin pelos en la lengua se levantara en una rueda de prensa y le hiciera la pregunta incómoda a Floriano. Y salió en los medios por su atrevimiento. La primera sorprendida fue ella: “Le he preguntado por lo que le interesa a todo el mundo y no entiendo que nadie más haya preguntado por ese asunto. El Gobierno alemán no vetaría el uso de la palabra”.
El político no puede ser amigo del periodista, como mucho, conocido. Esto no impide que haya un “tira y afloja” constante entre ambos, pero siempre debe estar al servicio de la Verdad, aunque ello implique tirar o caer, porque si no, convertimos los textos escritos o las palabras dichas en sólo una propaganda. Pierde el medio, pierde el partido, pierde el ciudadano y pierde el país.
Cada medio tendrá su ideología, su opinión con respecto a ciertos temas y será más afín a unas posturas u otras, pero ello no implica mentir, pactar, sacar en el peor momento, negociar con el político un silencio, acordar una pregunta… porque si esto es así no necesitamos periodistas, con un NO-DO y contra NO-DO de la oposición nos podría valer.
Pero para que esto cambie, los periodistas tienen casi siempre que luchar contra el poder político. Los corresponsales españoles consiguieron que Ana Mato se quedara sola en Nueva York tras sustituir a última hora su rueda de prensa por una declaración. Y esto debería ser sólo el principio de un gran cambio necesario en el periodismo y en la escena política. Si no, debería hacerse el silencio. Y no hay mayor mudez que un periodista callado.
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