Es la novela de la que todo el mundo habla, y si existe alguna coincidencia entre las diversas opiniones que han podido deleitarse con esta obra de Massimo Gramellini es sin duda la sensibilidad con la que el autor narra esta tierna y esperanzadora historia.
Una obra que retrata el amor primario, el más puro, el amor de una madre hacia su hijo y el de un hijo que pierde a su madre. El autor retrocede años atrás para tratar de reflejar ese sentimiento de pérdida que nunca termina por olvidarse y que está presente en las distintas fases de la vida, porque se trata de un amor esencial.
La voz del niño son los recuerdos de la inocencia, de una inocencia aturdida por la impotencia de no llegar a entender realmente que ocurre y porqué mamá se ha ido. Todo esto está narrado a través de un estilo íntimo que el personaje relata en primera persona, como si se tratara de su propio pensamiento, de forma que el lector, enseguida se hace eco de la situación y es partícipe de esas mismas sensaciones.
El autor presentó hace unos días su libro en Madrid, dónde aclaró ciertos aspectos de la obra. "Primero pensé escribir un ensayo, pero me di cuanta que podían decir: pero quién es éste periodista que se cree que va a dar lecciones de moral, y cuando hablé con mi editor y le conté la historia, me dijo rápidamente que era una novela. Esa misma noche, algo se abrió en mi, y escribí el guión de la novela de un tirón. Me salió rápidamente”; y es que el autor tan sólo fue consciente de la realidad de los hechos muchos años después.
Esta obra supuso un verdadero paso para él a la hora de superar una pregunta que nunca había tenido respuesta. Fue una enseñanza que según comentó también, le hizo aprender "la felicidad no consiste en ser amado, porque todos lo queremos, pero al final eso no nos hace felices, sino que el verdadero descubrimiento es saber que amas. Saber amar".
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