Emoción, esfuerzo, sacrificio, lucha. Se acaban los adjetivos para describir a la final de la Champions League 2016. La undécima luce ya en el palmarés del imperio blanco. Si el guion de Lisboa fue inimaginable, el de San Siro ha sido de novela de ficción. Victoria del Real Madrid en una tanda de penaltis agónica. Primero se adelantaron los blancos con gol del camero, Sergio Ramos. Casi en el último suspiro Carrasco, que salió para eso, empató el partido y nos daba 30 minutos más de espectáculo.
Madrid volvía a ser capital del mundo futbolístico tan solo dos años después. La primera media hora fue un monologo de los de Zidane que no dieron ni una solo oportunidad de crear peligro al conjunto colchonero. Los papeles se intercambiarían y en esta ocasión seria el Real Madrid el que se adelantaría. Un equipo necesita e su capitán en las grandes ocasiones y Ramos no iba a quedarse en un segundo plano. Avisaba primero Bale con una falta y el Madrid avisa una y n más. En el minuto 15, tras una falta botada por Kroos, el cañón de Gales la peinaba y Ramos desviaba la pelota lo justo para que se metería entre las piernas de Oblak. Los atléticos reclaman un posible fuera de juego. A raíz del gol se vio un contante ataque sobre el muro rojiblanco. El Cholo no daba con la tecla para dar aire a su equipo. Pero el Madrid fue su peor rival. Comenzó a replegarse, le dio el balón al atlético y empezaba a verlas venir. Lo que parecía una primera parte para matar el partido se convirtió en un cronometro que corría muy lento para los blancos. Llego el descanso, bendito para los de Conchaespina, y era hora de ordenar y aclarar las ideas.
Tras la vuelta de vestuarios le bastó una jugada al Atlético para demostrar que quería la orejona. Claro penalti de Pepe, el portugués no tuvo la paciencia dentro del área y tumbo al ‘niño’. Griezmann no dudo en querer tirarlo, pero esa vez ‘el principito’ no iba a ser el hombre franquicia del Cholo. Reventó el balón y este se fue al larguero. Lejos de venirse abajo el Atlético de Madrid demostró que no había conseguido todo lo hecho solo por saber defender. Perdono un Madrid con una única idea, buscar los espacios de un equipo volcado y salir al contragolpe. Primero Benzema tras pase espectacular del sobresaliente Modric, hasta que le dieron las piernas, y luego Cristiano no acertaron para matar la final. Yannick Carrasco vio y espero su oportunidad desde el banquillo, y cuando salto al verde fue el aire que necesitaban los de Simeone. Casi viendo la copa en manos de Ramos empató el belga y nos regalaba llevaba a una prorroga que decidiera el rey de Europa. El que pensara que después de lo de Lisboa no había una forma más agónica de ganar una Champions o cruel de perderla no sabía lo que el futbol nos tenía destinado en Milán. El Cholo confió en su equipo y no realizo sus últimos cabios hasta la segunda parte de la prórroga. Por su parte el Madrid acusó mucho la salida del alemán Toni Kroos, el equipo de desequilibró.
El miedo a fallar fue el que guio la final a la lotería de los penaltis. Los penaltis de Lucas, Marcelo, Bale, Ramos y Cristiano son ya recuerdo fijo en la mente madridismo. Juanfran le dio el pase a octavos con un penalti contra el PSV, pero en el probablemente momento más importante de su carrera fue un desafortunado protagonista con su error. El Atlético creyó y nunca dejara de hacerlo hasta que lleve la Champions a Neptuno. Los blancos vuelven a reinar Europa.
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