INTERNACIONAL.- El Partido Revolucionario Institucional (PRI) llevaba 71 años de gobierno ininterrumpido en México. Sin embargo, el pasado lunes perdió las elecciones generales de este país.
El conservador Vicente Fox se convierte así en nuevo presidente mexicano al frente del Partido de Acción Nacional (PAN), aunque no cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento. Este hecho se ha convertido en el más importante desde la revolución de 1910.
El cambio en México es indiscutible y el hombre elegido para dirigirlo goza sobre todo de labia y de carisma. "Yo no engaño a nadie, ni soborno, y mi compromiso está con los pobres, con los indígenas, y a eso hay quien lo llama populismo". Ha prometido todo durante la campaña: solucionar el problema de Chiapas en 15 minutos, crear un millón y medio de puestos de trabajo, lograr un crecimiento del PIB de siete puntos y castigar ejemplarmente a los corruptos.
Pero la realidad que encontrará Vicente Fox no será tan fácil. Primero, le queda un gran trabajo por delante. El país ha permanecido férreamente controlado durante 71 años por el PRI. Todos los resortes e instituciones del Estado han sido dirigidos por el partido gubernamental. Muchos lo han calificado de "dictadura disfrazada de democracia". Por ello, Fox ha manifestado que su gobierno pretende realizar una transición calmada, en la que trabajará con todos, incluido el PRI.
México ha prosperado mucho en sus cifras macroeconómicas pero no en la situación de los casi 50 millones de pobres. Ellos significan la mitad de la población y son quienes más confian en que, de verdad, se note el cambio.
[9-7-2000]