ETA ha emitido un nuevo comunicado pidiendo diálogo. En este caso ha llamado a la puerta de la comunidad europea y vende que ya ha designado una delegación para abordar un diálogo directo. La banda terrorista está a ver si alguien le hace caso. En pocos meses lleva varias llamadas de ese tipo. Antes lo hizo por medio de los verificadores internacionales. Antes por medio del EPPK que también designó nuevos representantes que en su primera aparición también pidieron un diálogo. Antes la organización criminal apareció en plena campaña electoral francesa solicitando un diálogo directo con las autoridades galas. No se puede decir que ETA no se mueva, aunque estos gestos no sean los que espera el Gobierno.
Precisamente eso, esperar, es lo único que hace el Ejecutivo y el Ministerio del Interior. Habrá que creerlo y no buscarle tres pies al gato, por ejemplo, al reciente plan Integral de Reinserción de etarras que prevé acercamientos. En una entrevista para la cadena Ser, el dirigente de Batasuna Rufino Etxeberria ha dicho que no tienen ninguna relación con el PP. Claro que en la misma entrevista dijo que tampoco la tienen con ETA...
El Gobierno espera. Aguarda, dicen, la disolución definitiva de ETA. Al mismo tiempo llevan meses diciendo que saben que la banda "mantiene una estructura larvada en el Sur de Francia", también saben que aún queda "una decena de etarras con capacidad para atentar", que "cambian de coche cada 15 días", que "siguen reclutando militantes". Además aseguran saber qué armas tienen y que "ya no cuentan con arsenales inmensos". Demasiados datos, demasiada información para llevar dos meses sin ninguna detención. Sólo los más optimistas esperan que ETA se disuelva. Su admirado IRA a día de hoy no ha emitido ningún comunicado de disolución. Por ello la pregunta es obligada: ¿un Estado de Derecho que debe hacer? ¿esperar la disolución de ETA o lanzarse a lograr la derrota de ETA?. Seguramente el segundo sea el camino más corto a la esperada disolución.
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