Monumento al fútbol

Por Manuel de Juan4 min

Uno de esos partidos que hacen historia, de esos que los abuelos cuentan a sus nietos para definir lo que es el fútbol. Eso se vivió en el Vicente Calderón entre el Atlético de Madrid y el Barcelona. Siete goles, emoción, calidad, figuras en estado de gracia y un largo etcétera. Un cóctel molotov que terminó en un 4-3 que hace que el líder ceda otros tres puntos ante el Real Madrid y siembra definitivamente las dudas sobre la eficacia de este equipo y su estado físico y anímico. Se presentaba un partido de dos caras. Por un lado la del Atlético de Madrid, necesitado de triunfos para no perder la estela de Europa, y por el otro la del Barcelona, que se jugaba otros tres puntos de ventaja respecto al Real Madrid. El Vicente Calderón estaba lleno para ver un duelo que, si algo aseguraba, era emoción y goles. El inicio del partido no pudo ser más prometedor. Sergio Agüero se quedó solo ante Víctor Valdés y su disparo se marchó por poco, y pocos minutos después el árbitro anuló incorrectamente un gol legal de John Heitinga. El Atleti intimidando y el Barça, a la expectativa. Poco a poco el ritmo fue rebajándose, pues seguir así era imposible para cualquier equipo, pero la sensación seguía siendo de que el equipo colchonero llevaba la iniciativa y el peligro. Sin embargo, una vez más el infortunio se cebó con el equipo del Manzanares. Un rechace al borde del área que iba botando lo enganchó Thierry Henry de manera magistral mandando el balón a la escuadra. Un gol que el equipo de Josep Guardiola no estaba mereciendo, pero que llegó y ponía las cosas muy cuesta arriba a los locales. El gol dejó noqueado al Atlético, y de eso se aprovechó Leo Messi. El argentino no había aparecido mucho últimamente, pero alguien así no necesita ser regular, cualquier acción le vale. El argentino dejó sentada a toda la zaga rival con una finta, se metió hasta la cocina y batió por raso al Leo Franco. De la esperanza inicial a un 0-2 descorazonador. No duraría mucho la ventaja. Un minuto después dio Diego Forlán la réplica con un zurdazo desde 30 metros ante el que Valdés hizo la estatua. Era un Barcelona-Atlético como los de antes, con goles (y todos de bellísima factura), emoción, ritmo, un estadio hasta la bandera y a pleno pulmón. Agüero volvía a hacer de las suyas. De nuevo estuvo a punto de marcar gol, pero esta vez Valdés fue el que lo impidió. La claridad que le faltaba al equipo catalán en el medio la suplía con un Messi estelar. Cada vez que la pulga la tocaba, temblaban los pilares del Calderón. Sin cambios para el inicio de la segunda parte, el Barcelona salió más enchufado al verde, tocando con más criterio y teniendo más llegada. Samuel Eto'o tuvo un mano a mano con Franco y mandó el balón a las nubes, y de esas mismas nubes lo recogió el Kun para poner el empate a dos. Lío en la defensa blaugrana y el argentino se aprovecha para recoger el balón suelto y cruzar el disparo para ponerlo donde el meta Valdés no podía llegar. Despertó el templo rojiblanco con el tanto de Agüero, y empujado por su público el equipo de Abel Resino comenzó a dominar de nuevo y a encerrar al Barça. Con el paso de los minutos el partido se rompió y se convirtió en un correcalles, razón por la que Resino sacó del campo a Máximo Rodríguez e introdujo a Florent Sinama-Pongolle. La velocidad del francés podía decantar la balanza. Forlán estaba cuajando un partido formidable, pero la más clara que tuvo la falló, y ese fue su crimen y lo que le costó a su conjunto el tercer gol. Tras un cabezazo sólo ante la red que el uruguayo erró llegó el contragolpe que dejó solo a Eidur Gudjohnsen delante de Franco, y el islandés, en una demostración de compañerismo, no pecó de egoísta y asistió a Henry, que la empujó a la red. Del éxtasis se había pasado al desánimo, parecía que remontar esto iba a ser imposible, pero nada más lejos. Centro de Antonio López, empujón en el corazón del área de Henry y Sinama y penalti. No lo vio así el árbitro, pero sí su linier, y eso bastó para que Forlán anotase su segundo tanto de la noche y pusiese de nuevo el empate. El partido ya era increíble, pero le faltaba un broche de oro, y ahí apareció Agüero. El argentino ganaba una y otra vez la espalda a la defensa culé, y en una de esas entró hasta el fondo, se plantó ante Valdés y le superó por bajo. Simplemente increíble.