Rajoy recupera su "talante" y vaticina un gobierno "débil e inestable"
Por Raúl Romero Martín3 min
España15-04-2004
Un Gobierno débil, que genera muchas incertidumbres y mucha desconfianza. Es decir, lo contrario de lo que necesita España. Es el diagnóstico que el líder del PP, Mariano Rajoy, hizo del Gobierno que presidirá José Luis Rodríguez Zapatero, después de dos horas de debate en la investidura del líder socialista, y después de no obtener, a su juicio, la respuesta a las incógnitas que considera se mantienen sobre sus intenciones.
Ha cambiado el talante de gobierno y oposición, y sus protagonistas se permitieron hasta bromas. Zapatero a Rajoy sobre que él no ha necesitado un curso acelerado de catalán en la intimidad, frase con la que recordó las palabras pronunciadas por José María Aznar cuando pactó con CiU en 1996. Y Rajoy a Zapatero recordándole que todavía no ha hecho las "dos tardes" de clases de economía que a juicio del responsable de esta área de su partido, Jordi Sevilla, necesitaba. Pero esa cortesía parlamentaria no impidió la dureza de las críticas y acusaciones, que se convirtieron en un rosario de preguntas para aclarar las dudas en muchos temas, los más importantes, los que hacen referencia a la lucha antiterrorista, "el PP mantiene vigente el pacto", dijo, y Zapatero le contestó que él también; el modelo de Estado, la reforma de la Constitución, la política económica y la social. "¿Qué quiere hacer con la Constitución?", le dijo. Y la contestación de Zapatero fue que hará lo que proponía el PP en 1996 para reformar el Senado. Esto no satisfizo a Rajoy, que le dijo al candidato que esa reforma no es necesaria y si se hace es porque él quiere o porque está obligado a ello por los acuerdos que tiene para ser presidente. Por eso le dio un consejo: "Piense muy bien si va a ser capaz de cerrar con éxito ese proceso, y si no, le recomiendo que no lo abra". Rajoy le exigió también que esa reforma cuente con el mismo apoyo que la que tuvo la del 78, para lo cual, le advirtió "nuestros votos son imprescindibles". Y le reclamó que garantice la unidad de España, la igualdad de los españoles ante la ley, el mantenimiento de un Estado viable, y el fortalecimiento de la solidaridad entre los territorios. Es más, aclaró que la posición del PP no es la que proponen los nacionalistas de traspasar a las comunidades, por la vía del artículo 150.2 de la Constitución, competencias exclusivas del Estado, sino "dar estabilidad a las competencias del Estado para evitar que coyunturas políticas como la actual no las cuestionen". Este planteamiento, unido a la reforma de los estatutos de autonomía, que Zapatero también se comprometió a apoyar, siempre que estén dentro de la Constitución, llevó a Rajoy a preguntar al candidato si permitirá que las comunidades tengan techos competenciales distintos, es decir, la famosa "asimetría". En resumen. Para Rajoy, Zapatero se presenta con un gobierno «débil e inestable», «no ha traído más que sus escaños y no nos ha explicado cómo piensa gobernar. Nadie puede tomar en serio que pretenda usted gobernar cuatro años en estas condiciones». Lo que para José Luis Rodríguez Zapatero es "talante y humildad" para el que será líder de la oposición son sólo "buenos deseos y una preocupante falta de discreción". Al margen del rosario de preguntas, Rajoy recupera su mejor tono con un discurso que arranca los aplausos de los suyos y risas en todo el hemiciclo. Es el líder que no fue durante la campaña. Aznar contempla la escena desde su escaño, no aplaude a Mariano; aunque es cierto "que un torero no aplaude a otro torero".