TOROS
Ponce corta una oreja en Sevilla el Domingo de Resurrección
Por Almudena Hernández Pérez1 min
Espectáculos20-04-2003
Las circunstancias. Que si llueve, que si atruena, que si el toro se las sabe todas, que si no se mueve ni pa tras. A Enrique Ponce las circunstancias pocas veces le impiden poner su sello de torería, ni aunque la cita esté rodeada de una expectación excepcional y se cuelgue el cartel de “No hay billetes”. Ni aunque sea el Domingo de Resurrección y el paseíllo haya que hacerlo en Sevilla.
Dicen algunos aficionados que Enrique Ponce hace que todos los toros parezcan buenos. Quizás ocurrió algo similar el domingo a orillas del Guadalquivir, mientras el azahar perfumaba el ambiente. O fue el azahar, que embriagó tanto a quienes participaban del espectáculo que el toreo del de Chiva pareció meritorio de una oreja. La magia, posiblemente. Cosas de duendes, o del duende. Mas no todo fue protagonismo para el veterano de los coletas que formaron el cartelón del domingo de los domingos taurinos. De pellizco y aromas sabe mucho José Antonio Morante de la Puebla, o si no que se lo pregunten los duendes a su capote, que el domingo deleitaron a la concurrencia sevillana. Luego vendría el calvario de la espada. También tuvo sus minutos de gloria el torero vital, inteligente y dinámico que hay en Julián López El Juli, que asombró una vez más cuando cogió los palos. Y los puso. Y los puso bien, con emoción. Detalles, de esos que hacen al buen aficionado tener esperanza en la Fiesta. Tardes de gloria abortadas probablemente por las circunstancias. O porque tenía que ser así. Lo que tenga que ser será. Y en Sevilla hay toros hasta el 4 de mayo. ¿Habrá tardes de apoteosis? Detalles, seguro, que de esos sabe muy bien la afición de Sevilla. Detalles de esos que enamoran. Grandes cosas pequeñas. El aroma de azahar es intensamente suave, maravillosamente dulce ¡y la flor tan discreta!