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ARTE

Úrculo: fallece uno de los últimos artistas integrales

Por Roberto González GarcíaTiempo de lectura2 min
Cultura01-04-2003

"El personaje de mis cuadros es un hombre misterioso, un solitario vocacional que no se siente condenado a esa soledad. Todos estamos solos, nacemos solos y morimos solos".

Son palabras de Eduardo Úrculo, un día que le preguntaron por sus cuadros. Sus obras muchas veces sembraban la polémica y las opiniones enfrentadas. Una de las últimas esculturas es el Culis Monumentalibus; en Oviedo, que representa un culo de enormes proporciones a la entrada del Teatro Campoamor. SObre esa escultura, el autor dijo: "Nadie ha dicho que mi obra sea mala. No he provocado la polémica, pero prefiero la acción al inmovilismo silencioso. El arte no puede convertirse en la voz del desierto, debe conmover, perdurar" Falleció el pasado 31 de marzo, en Madrid, tras asistir a una comida con varios amigos en la Residencia de Estudiantes. Acababa de terminarse su primera exposición en China, y estaba preparando la próxima en Nueva York. Un infarto masivo y fulminante terminó con esos planes. El médico José Sancho Rof se encontraba entre los comensales e intentó reanimarlo mientras llegaban los servicios de urgencia, pero no se pudo hacer nada por salvarle la vida. Esperanza Aguirre también se encontraba en la comida y era amiga personal del artista. Declaró que Úrculo era "una gran persona, con una sensibilidad increíble, un gran conversador y un gran defensor de la libertad en todas sus manifestaciones", y añadió que es "lamentable que la muerte le haya encontrado" en una fase de su vida artística tan prolífica, en la que aún podría haber desarrollado su creatividad en busca de la originalidad. Numerosas personalidades del mundo de la cultura han transmitido ya su pésame a la familia del artista. Fue un niño tuberculoso de larga convalecencia con intereses por el arte. Comenzó su trayectoria dibujando cómics para el suplemento dominical de in diario regional, y en 1954 fue su primera exposición, en La Felguera, donde vivía su familia. Comenzó a pintar con un estilo tenebrista, mostrando lo más abandonado del ser humano, pero luego evolucionó hacia las formas curvas, las mujeres, los hombres sumidos en sus pensamientos, lo sagrado y lo erótico. La capilla ardiente se instaló en el tanatorio de La Paz, en Madrid. Siempre reflejaba su personalidad en todas sus obras, para Úrculo era imposible disociarse de la propia creación: "La pintura siempre es algo de uno mismo. Hago todo lo posible para no vivir apegado a las cosas porque el que lo hace no se desteta, no evoluciona. Se corre el peligro de vivir ensimismado al primer cuadro. Mi pintura tiene mucho de impulso, de hachazo, de amputación violenta. Y mi temor constante es el de quedarme en la oscuridad eternamente, sin esa rendija que me permita encontrar cosas"