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Sin Concesiones

Un mes con Pedro Sánchez

Fotografía
Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura4 min
Opinión01-07-2018

Pedro Sánchez ya ha cumplido el primer mes como presidente del Gobierno. Puede parecer pronto para hacer balance pero sin duda es tiempo de mirar atrás. Antaño se concedían cien días de gracia a los Ejecutivos antes de arreciar las críticas. Pero la política ha cambiado tanto y, sobre todo, va tan rápida que hasta las viejas costumbres parecen rancias y obsoletas en esta era de la inmediatez y el pensamiento licuado. En apenas cuatro semanas, Sánchez ha cesado a un ministo por evasión fiscal, ha acogido dos barcos de inmigrantes para dar una lección de solidaridad a la UE, ha anunciado el acercamiento de presos de ETA al País Vasco, el traslado a Cataluña de los independentistas procesados, la exhumación del cadáver del dictador Francisco Franco muerto hace 43 años, la concesión de la tarjeta sanitaria a los extranjeros ilegales y la sustitución por decreto ley de la cúpula de RTVE. Todo ello acompañado de un elocuente postureo para visualizar el cambio de Gobierno y de una plaga de guiños (por no decir claudicaciones) a los partidos políticos que le regalaron La Moncloa con su voto imprescindible para echar a Rajoy.

Sánchez está claudicando ante los partidos políticos que le regalaron La Moncloa
La reforma laboral que prometió derogar por generar empleo precario ahora descarta anularla. La financiación autonómica que exigían las propias comunidades del PSOE pasa al cajón del olvido con el falso argumento de que no da tiempo a aprobarse en dos años de legislatura. Los Presupuestos Generales del Partido Popular que eran nefastos para España ahora los aprueba en el Congreso porque van a regalarle dinerito para propaganda. El fiscal general del Estado que debía ser independiente del Gobierno es una íntima amiga de la ministra de Justicia. La aplicación de un nuevo 155 de la Constitución en Cataluña, que reclamó a Rajoy apenas una semana antes de la moción de censura, ha mutado de piel por una campaña de deshielo y distensión con la Generalitat, a la que lanza toda clase de carantoñas aunque únicamente recoge bofetadas y amenazas separatistas.

Sánchez lanza carantoñas a Cataluña aunque únicamente recoge bofetadas y amenazas separatistas
Pedro Sánchez ha descubierto en sólo un mes la enorme dificultad que entraña gobernar. Porque una cosa es prometer y otra radicalmente distinta es hacer. Más aún cuando dispones de una minoría exigua de 84 diputados y eres esclavo del independentismo catalán, del nacionalismo vasco, de los filoterroristas de ETA y del populismo antisistema de Podemos. Los socios que expulsaron a Rajoy y regalaron a Sánchez las llaves de La Moncloa ya han comenzado a cobrar la factura y los intereses de aquel cheque en blanco. Quim Torra exige un nuevo referéndum inconstitucional para Cataluña. Urkullu reclama la cesión de nuevas competencias como prisiones a la vez que el acercamiento a su casa de los terroristas de ETA en la cárcel. Y Pablo Iglesias impone su sectarismo en RTVE como primera condición sine qua nom para sostener al Ejecutivo del PSOE.

Los socios de Sánchez han comenzado a cobrar la factura de su cheque en blanco en la moción de censura
El asalto a Televisión Española es el paradigma de lo que anhela y de cómo actúa el nuevo Gobierno coaccionado por sus socios. En la oposición, la prioridad de Podemos eran los desahuciados. Pero su primera preocupación nada más rozar poder es tomar el control de los medios de comunicación públicos. Toma coherencia. Quienes con el PP acusaban de manipulación al ente público han demostrado que era sólo envidia. En realidad buscan un quítate tú para ponerme yo. Clamaban por la paja del sesgo informativo pero la van a sustituir por una viga de ideología izquierdista. Iglesias ha tratado de imponer al frente de RTVE a los periodistas más próximos a ese revanchismo. Lo ha intentado sin disimulos, como todas las cosas que hace. Alabemos al menos que no tiene complejos ni vergüenza. Pero resulta lamentable que haya periodistas dispuestos a arrodillarse a sus pies, ingenuos sin experiencia que tras una llamada telefónica se imaginan presidiendo un gigante de 6.000 empleados y 1.000 millones de presupuesto, y ejemplos de moralidad que dicen renunciar a un cargo para el que carecían de apoyos para ser nombrado. Menudo bochorno. A este ritmo van a hacer bueno al denostado José Antonio Sánchez, pues sólo faltaba proponer un candidato que apareciera en los papeles de la financiación irregular del PSOE en la Comunidad Valenciana.

Clamaban por la paja del sesgo informativo en RTVE pero la van a sustituir por una viga de ideología izquierdista
A la vista de este cúmulo de hechos y desechos, parece claro que lo mejor y más sensato del Gobierno de Sánchez es el propio Pedro. Cada cual que lo interprete como prefiera. Su primer mes en La Moncloa demuestra que ha llegado sin programa por la inesperada victoria en la moción de censura pero también porque las medidas a ejecutar las imponen los socios. A Sánchez le queda mano libre para el postureo y el márketing político. Pero las decisiones de calado deben pasar por el Parlamento y allí está preso del voto de podemistas, nacionalistas, independentistas y filoterroristas. No es un gobierno Frankestein pese a lo dicho por el PP. Pero sin duda está rodeado de la Familia Monster.