Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE SOCIEDAD

Feliz 8 de marzo

Fotografía
Por Almudena HernándezTiempo de lectura3 min
Sociedad08-03-2018

Hola. Me llamo Almudena, tengo 40 años y soy periodista. Mis dos abuelas trabajaron en sendas casas de señoritos y mi madre se bate el cobre a diario con sus labores. Yo tengo un doctorado y mi hermana dos carreras. Y, afortunadamente, no nos falta trabajo. ¿Machismo? Sí, por desgracia. Lo he visto y lo he sufrido. Por suerte, sin mucha gravedad, en estado "micro", que dirían, lo que no es ningún eximente... 

Pero también sufrí lo que hoy llamarían bullying y con todas fue, simple y llanamente, acoso escolar. Éso sí fue duro. Y, enfrente, por cierto, tuve a un puñado de acosadoras adolescentes. Eso fue lo peor, o lo mejor. Me llevé mejor con los chicos y puedo contar las amistades con los dedos de la mano. Y sobran.

Ahora, que han pasado unos 30 años de aquello y que se mira tanto por algunas minorías, quizás entiendo mejor por qué yo era un buen objetivo para mis acosadoras: me había incorporado con cursos de retraso a aquel colegio, era una paletita de un pueblo pequeño, llevaba gafas y ya por entonces me sobraban kilos, entre otras muchas aptitudes y actitudes.

Y, sí, recuerdo una vez en la que mis acosadoras llegaron a las manos y me defendí antes de salir huyendo del patio. También ese día tuve buena suerte. Me topé con la mismísima directora, una monja, por cierto. Mujer de armas tomar, subrayo. Y aquella campaña de hostigamiento mermó notablemente tras confesar que las había pegado y me había escapado del recreo. Hasta ahora no me ha ido mal ir con la verdad por delante, debe de ser que por eso detesto todo lo contrario. 

Así que dejé de ir con la mayoría de las chicas de mi curso y me busqué a alguien con quién hablar. También tuve buena suerte, pues en aquel patio había otra pueblerina adolescente dispuesta a darme conversación. Sí, de toros. Algo políticamente incorrecto hoy en día. ¿Poco infantil y poco femenino? ¡Habría que desterrar tanto tópico! A mí me salvó. Y ella, desde sus criterios y pronósticos casi infantiles, acertó: un tal José Tomás que empezaba por entonces llegó a ser uno de los grandes toreros de la historia.

Luego, la vida dio muchas vueltas. 40 años son unos pocos, pero la tauromaquia me sigue emocionando tanto o más que entonces, y a aquella gafotas con michelines no le ha ido nada mal. Gracias a muchas personas, hombres incluidos. 

Quizás por todo ello, y mucho más que aprendí en la capilla de aquel colegio de carmelitas, este 8 de marzo me siento tan plenamente mujer que no me da la real gana de hacer huelga, porque este país tiene mucho por lo que trabajar, también por las desigualdades que sufren muchas mujeres. Sobretodo hay que trabajar por educar a las personas en valores. Y ahí está la clave: en poner bondad y justicia por delante de cuotas; a trabajar por el bien común sin intereses partidistas; en no manipular las fotos y no utilizar discursos ajenos para hacer política; en arrimar el hombro y burlar las embestidas y las tortas que te dan las personas y la vida con mucha verdad. 

Como decíamos ayer: ¡Feliz 8 de marzo!

(El número 1021 es un buen momento para volver a publicar en LaSemana.es)