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ANÁLISIS DE INTERNACIONAL

Otra vez Nueva York

Fotografía
Por Isaac Á. CalvoTiempo de lectura3 min
Internacional06-11-2017

Una vez más, el terrorismo golpea Nueva York. Era raro que esta ciudad llevara tanto tiempo librándose de la barbarie, ya que tiene millones de habitantes y es un enorme escaparate publicitario para que lo criminales obtengan réditos de sus acciones.

Afortunadamente, no fue como el 11 de septiembre de 2001, cuando un ataque muy bien planificado y ejecutado consiguió derribar las torres gemelas y acabar con la vida de miles de personas. Sin embargo, el atentado cometido el pasado 31 de octubre demuestra que el terrorismo ya no es de grandes dimensiones y se está convirtiendo en un microterrorismo. Este se desarrolla con muy poco presupuesto y, prácticamente, sin preparación, pero sirve para matar a decenas de personas y para seguir generando miedo en la población.

Una vez más, y van muchas en los últimos meses, en Nueva York, una furgoneta fue utilizada para arrollar a los transeúntes. El trágico resultado fue de ocho muertos, entre ellos cinco argentinos que estaban en la ciudad de los rascacielos para celebrar el 30 aniversario de la finalización de sus estudios y cuya historias personales son un ejemplo de amistad.

Matar es muy fácil y cualquier persona no necesita más que algo cotidiano, como puede ser un cuchillo o una furgoneta, para cometer una matanza. Hace tres meses ocurrió algo parecido en Barcelona y previamente había sucedido en Niza, Londres, Berlín... Mucho se habla de instalar bolardos, pero, aunque se pongan, tampoco se garantiza que vayan a ser totalmente efectivos. Sí pueden ser disuasorios, pero también van a reducir las posibilidades de movilidad en las ciudades y afectar al día a día de la población, aparte de que es inviable colocarlos en todos los sitios.

Además, aunque se lograran frenar los atropellos masivos, siempre surgirá alguna otra forma de perpetrar un atentado. La experiencia así lo dice. Lo intentaron hace años mediante líquidos explosivos en el equipaje de mano en un vuelo comercial: desde entonces, en los aviones está prohibido introducir más de 100 ml sin facturar. Posteriormente, lo volvieron a intentar con una bomba en un zapato: desde entonces, hay que descalzarse en el control de seguridad de los aeropuertos. Más tarde, pusieron un explosivo en la batería de un dispositivo electrónico: desde entonces, hay que escanear por separado los portátiles y las tabletas... Solo hay que fijarse para darse cuenta de todo lo que ha condicionado el terrorismo la vida cotidiana.

Evidentemente, hay que ponérselo cada vez más difícil a los criminales y no bajar la guardia, pero convendría que las autoridades recordaran a la población que la lucha contra el terrorismo es muy larga y que se van a seguir sufriendo atentados, por muchas medidas de seguridad y prevención que apliquen. Los terroristas, especialmente los de Daesh (Estado Islámico), son inteligentes, saben hacer muy bien su trabajo de captación, adoctrinamiento, ejecución y marketing, además de buscar fuentes de financiación que les permitan mantener su negocio y extender el terror.

A pesar de ello, conviene ser optimista y confiar en los servicios de inteligencia y en la cooperación policial, ya que se frustran muchos más atentados de los que se cometen. Además, ser víctima de un ataque es, realmente, una probabilidad bastante baja, aunque ocurre. Por eso, no conviene vivir con miedo ni alterar las rutinas cotidianas, porque hacerlo sería una victoria de los criminales.