SIN CONCESIONES
Puigdemont quiere el 155
Por Pablo A. Iglesias4 min
Opinión17-10-2017
Puigdemont no quiere la independencia. No le conviene. Prefiere que siga siendo una utopía con la que alimentar las fantasías de esos catalanes separatistas para los que gobierna. El resto de los catalanes, tanto los que anhelan seguir unidos al resto de España como los que no saben o no contestan o simplemente tienen dudas, a Puigdemont le importan poco o nada. Es presidente de la Generalitat por mérito doble de la CUP. Evidentemente porque la CUP votó a favor de su investidura en enero de 2016. Pero sobre todo porque la CUP vetó previamente a Artur Mas y forzó la elección de otro candidato de la lista de Junts pel Sí. Puigdemont no quiere la independencia y la CUP lo sabe. Por eso Anna Gabriel y el resto de los parlamentarios antisistema estaban tan enfadados en el Pleno en el que supuestamente iban a declarar la secesión del resto de España. Puigdemont proclamó una independencia con marcha atrás que provocó caras de estupefacción y sollozos de decepción entre quienes vivían engañados con la farsa de que el falso referéndum del 1 de octubre realmente iba a liberarles del resto de España.
Es más cómodo seguir viviendo del cuento de la utópica ruptura con el estado opresorPuigdemont no quiere la independencia. Es más cómodo seguir viviendo del cuento de la utópica ruptura con el estado opresor. Si realmente declarara la secesión, tendría que explicar a quienes le han votado que Cataluña queda automáticamente excluida de la Unión Europea. Tendría que crear una nueva moneda (de ridículo valor) dado que también estaría fuera del euro. Tendría que admitir que ha mentido vilmente durante meses. Tendría que reconocer que la fuga de sedes sociales de 40 grandes empresas es sólo el principio, porque con la independencia detrás irían muchas oficinas físicas y trabajadores. Tendría que construir y gestionar fronteras terrestres con Aragón, Comunidad Valenciana y Francia. Tendría imposible pagar las pensiones que ahora abona a los jubilados catalanes el Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Tendría que mendigar a acreedores internacionales que le presten dinero porque nadie quiere hacerlo al considerar que la fiabilidad económica de Cataluña, incluso dentro de España, equivale a bono basura. Tendría que buscar un jeque árabe o un ruso multimillonario que pague a las farmacias y proveedores en Cataluña, ya que se quedaría sin los 70.000 millones de euros del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) que hasta ahora ha aportado papá estado para evitar la quiebra de la comunidad. Y así miles de cosas más...
Puigdemont no quiere la independencia. Es más rentable mentir a los catalanes con futuros tan ilusionantes como insostenibles que reconocer la verdad y pasar a la Historia como el mayor farsante de la democracia. Es más agradecido acabar en la cárcel como Lluis Companys que ser defenestrado y apaleado por los propios seguidores. Es mejor ser un mártir que ser un parias. Todo esto debe de estar pensando el presidente de la Generalitat porque de lo contrario no se entiende tan grande desafío al Estado de Derecho, empezando por la propia Constitución de 1978, siguiendo por el Tribunal Constitucional que vela por su cumplimiento, por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña al que ha desobedecido, por el Parlamento de Cataluña al que ha ninguneado y, en última instancia, por el Gobierno de España, del que se está burlando día tras día abusando de la paciencia infinita de su presidente.
Es más agradecido acabar en la cárcel como Companys que ser apaleado por los propios seguidoresPuigdemont no quiere la independencia. Sin duda prefiere que el Gobierno de Mariano Rajoy le aplique el artículo 155 de la Constitución española para quitarle sus competencias al frente de la Generalitat. Así podrá proseguir con el discurso victimista tan típico de los nacionalistas y sostener ante sus obcecados seguidores independentistas que la culpa de todo la tiene La Moncloa. Dado que tiene las encuestas en contra y a su socio Oriol Junqueras deseando quitarle la silla del Palau, el 155 es la salvación o el camuflaje para su ocaso político. Mejor perder sus funciones que la credibilidad que aún conserva para los ultras que proclaman la secesión. Mejor achacar todos los males de Cataluña al Gobierno de España gracias al 155 y equiparar a Mariano Rajoy con Francisco Franco, aunque lo único común entre ambos sea su origen gallego. Ha quedado claro que Puigdemont prefiere el 155 a la independencia. Parece claro que lo quiere y, sobre todo, lo merece. Quien no merece más vulneraciones ni tampoco más choteos es el Estado de Derecho.