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Ciencia

Las ondas gravitacionales, Premio Princesa de Asturias

Por Javier Álvarez LagoTiempo de lectura2 min
Sociedad14-06-2017

En primer lugar, ¿qué son las ondas gravitacionales? Con este nombre los físicos se refieren a las fluctuaciones gravitatorias del espacio-tiempo provocadas por cuerpos de masa muy elevada que, sin embargo, consiguen desplazarse a la velocidad de la luz. La existencia de este fenómeno fue predicha por Albert Einstein a principios del s.XX. Sin embargo, no fue sino en 2015 cuando se confirmó su existencia. Dos años después, este descubrimiento ha valido a los científicos Rainer Weiss, Kip S. Thorne y Barry C. Barish el Premio Princesa de Asturias.

Según un comunicado emitido en la página web de la Fundación Princesa de Asturias, el premio es más que merecido. "Este descubrimiento está considerado uno de los logros científicos más importantes del siglo al validar uno de los pilares de la física moderna –la teoría general de la relatividad– y abrir una nueva ventana para observar el Universo". Y es que las ondas gravitacionales podrían ayudarnos a entender, por ejemplo, como se formó el Universo, eso sí, siempre y cuando partamos de la base comúnmente aceptada de que este se originó a raíz de una singularidad inicial.

Rainer Weiss nació en Berlín en 1930, si bien ha vivido la mayor parte de su vida en EEUU. Junto al también galardonado Kip S. Thorne (estadounidense mundialmente famoso, especialmente desde que sus teorías sobre los agujeros de gusano se utilizaran en la taquillera película de Interstellar) y al ya fallecido Ronald Drever, propusieron la creación del programa LIGO, cuyo objetivo era conseguir "atrapar" una de estas ondas de cara a demostrar su existencia. Para ello, se construyeron dos gigantescos detectores, llamados interferómetros, en los estados de Louisiana y Washington. El otro galardonado, el también estadounidense Barry C. Barish, dirigió el proyecto durante casi 10 años.

Al final, la inversión de más de 350 millones de dólares tuvo sus frutos y el 14 de septiembre de 2015 se consiguió observar una anomalía, una interferencia que, recogida por los sensores de los interferómetros, según dicen estos científicos, solo podía deber su existencia a una onda gravitacional. Al parecer, esta se habría formado a raíz de la colisión entre dos agujeros negros, que finalmente crearon uno mayor. Un año más tarde, publicaron sus resultados dejando maravillada a la comunidad científica.

Cabe destacar, asimismo, que la NASA y la Agencia Espacial Europea llevan a cabo en la actualidad un proyecto de pretensiones similares: el proyecto LISA, que pretende medir ondas gravitacionales en el espacio. Y es que, una vez demostrada su existencia, tan sólo queda que, a través de ellas, podamos conocer más el Universo que nos rodea. Sus posibilidades son infinitas. Son, al fin y al cabo, fluctuaciones espacio-temporales, es decir, que pueden permitirnos saber más tanto de nuestro futuro, aunque parezca extraño, como de nuestro pasado.