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EL REDCUADRO

Jó qué tropa, Susana

Fotografía
Por Antonio BurgosTiempo de lectura3 min
Opinión28-05-2017

Propusieron una vez al Conde de Romanones presentarse a académico de la Española para cubrir una vacante. Aceptó que formalizaran su candidatura, tanteó los votos que podía sacar y se veía ya académico. Pero cuando llegó la votación, los mismos amigos que lo propusieron le dijeron amargamente que, a pesar de las promesas de voto, habían elegido a otro. A lo que Romanones exclamó una frase que se ha hecho histórica, refiriéndose a la falsedad de los académicos que le habían prometido el voto:

- ¡Jó, qué tropa!

No sé si Romanones pudo echar exactamente las cuentas de los votos prometidos y de los obtenidos. No le pasó como a Susana Díaz, que puede medir exactamente el número de sus falsos agradaores que la avalaron como secretaria general para hacerle la pelota o para no jugarse el pan de sus niños... y luego votaron a Sánchez. No pertenezco a los "yo-yas" de los que se ha llenado España:

- Yo ya dije que ganaría Sánchez...

Pertenezco al numerosísimo grupo de los que creíamos que iba a ganar Susana por una sencilla razón que aquí expuse:

- ¿Cuántos viven y comen de Susana, como colocados por el carné en la Junta o en sus empresas publicas e islas adyacentes? ¿Y cuántos le deben el pan de sus niños a Sánchez? Es que no hay vuelta de hoja. Con que sólo la voten los que viven de ella, gana las primarias de calle.

Así lo pensé, además, cuando terminaron de reunir los avales. Susana sacó más avales que nadie. Porque soy de Letras y se me dan muy mal los números, que, si no, les decía el número exacto de avales que sacó la presidenta de la Junta, en lo que parecía un carrerón hacia Ferraz primero y hacia La Moncloa después. Con los avales, a Susana le pasó exactamente igual que a Romanones con las promesas académicas de elegirlo. Pues con la votación real, le ha ocurrido como a Romanones en su frustrada entrada en la Real Academia Española. Susana ha sacado menos votos que avales había reunido para ser secretaria general del PSOE: unos dicen que 1.000 votos menos que avales; otros, que 6.000. ¿Qué significa esto? Que en el caso de los colocados por Susana Díaz en la Junta o en puestos dependientes del partido o de su Presidencia, se avala con el estómago, pero se vota con el corazón. Nadie colocado gracias al carné del partido quiso negarse a firmar cuando se le acercó el jefe:

- ¿Te importaría firmarme un aval para Susana en las primarias?

Y, estómagos agradecidos, firmaron. Pero a la hora de la verdad, de ir a la agrupación socialista del barrio convertida en colegio electoral y votar, las salió ese radicalismo que siempre llevan las bases del PSOE frente a la cúpula del poder en el partido, y eligieron la papeleta de Sánchez. Tiene esto de bueno que Susana Díaz puede desde ahora mismo contar el número exacto de agradaores interesados y falsos que tiene en nómina: los que firmaron su aval y luego votaron al otro, a Sánchez. Antes del domingo, un andaluz del PP que sabe tela de política me aventuraba lo que mi dilecto Ignacio Martínez comentaba ayer en la competencia. Y que conste que mi informante no era un "yo ya" de última hora. Me dijo:

- Mira, en todas las primarias del PSOE, siempre ha ganado el candidato de las bases, más radicales que el aparato de poder de Ferraz, así que no te fíes de lo de Susana. Cuando Ferraz apoyaba a Borrell, salió Almunia; cuando lo hacía por Bono, sacaron a Zapatero; cuando la Chacón, a Rubalcaba. Y ten en cuenta que en Francia han sido los más votados los dos partidos que no hicieron primarias.

Y ahora que el aparato y los que viven de él parece que avalaban a Susana Díaz, eligieron a Sánchez. ¡Jó, qué tropa! Lo único positivo es que Susana sabe ya el número exacto de falsos agradaores que tiene en nómina.