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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Un homenaje para Rita

Fotografía
Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España28-11-2016

Que un minuto de silencio supone un evidente homenaje y no un simple acto protocolario de sensibilidad lo acredita el debate al que se enfrentaron los estadios vascos que durante décadas de asesinatos de ETA se negaron a rendir tributo a las víctimas del terrorismo. No hay que mezclar, argumentaban como coartada de su derrota moral. Tan solo se intentó una vez, fue en San Mamés y el árbitro tuvo que pararlo a los pocos segundos para poner fin a un bochorno de silbidos de odio que brotaban desde la grada. Y la inmensa mayoría de gente se indignó, consciente de que había sido violada la memoria de un asesinado de forma injusta. Rita Barberá no fue asesinada por mucho que haya quien quisiera llevar al extremo esa reacción tan española de proclamar lo bueno que era el difunto. Tan solo comparable a la costumbre de echar la culpa al muerto en los procesos judiciales. Ahí tendrá el PP una buena oportunidad de demostrar de nuevo lo mucho que quería a Rita. Al tiempo.

La ex alcaldesa de Valencia tampoco murió luchando por ninguna noble causa que se sepa. Un minuto de silencio es una cosa muy seria que debería estar sujeta a un mínimo de criterio, como por ejemplo, la inequívoca contribución del fallecido a la institución que le homenajea. De lo contrario se acaba homenajeando a la muerte como mera circunstancia natural. Y no hay acto más igualitario que la muerte. Un minuto de silencio debería servir precisamente para reconocer a quien destaca, una causa noble, una aportación indudable. No consta tampoco en el currículum de Rita Barberá una extensa actividad parlamentaria como para que el Congreso de los Diputados, sede de la representación de todos los españoles, optase por homenajearla con un minuto de silencio.

No vale el argumento de que se trataba de un miembro de las Cortes. Hacen falta más razones que calentar un escaño. También son diputados los de Bildu y no sería aceptable que el Congreso guardase un minuto de silencio para homenajear a quien básicamente ha dedicado su vida a destruir la democracia. La generosidad hasta un límite. Pero he aquí otro punto de contradicción -si no el principal- de los argumentos del PP a la hora de justificar su reconocimiento a Rita y también de los de Podemos al ausentarse. No parece previsible que los 'populares' se esforzasen en defender un minuto de silencio, por ejemplo, para quien dedicó "un chaparrón de aplausos" a los etarras de la T4. Tampoco es previsible que Podemos pusiera reparos a la hora de homenajear a algún camarada batasuno. Eso a pesar de que a estas alturas debería estar muy claro ya que, entre un presunto corrupto y un simpatizante de ETA, es más grave lo segundo.

El Congreso fijó el listón de su criterio muy bajo al homenajear a Barberá por mucho que todavía no hubiese sido condenada. Podemos negar la corrupción que asoló a la ciudad de Valencia bajo su mandato, seguir jugando a hacernos trampas en el solitario y decir que el único pecado de Rita -con todo el partido declarando por blanqueo- eran mil euros. O también podemos acordarnos de sus imágenes desde el balcón del Ayuntamiento descojonándose de quienes, abajo, pedían justicia para las víctimas del accidente de Metro de Valencia. Son solo algunos elementos para cuestionar al menos la conveniencia de haber homenajeado a Rita Barberá, sentando un precedente que abarata en exceso las razones para guardar un minuto de silencio.