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SIN CONCESIONES

Socialismo al sumidero

Fotografía
Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura4 min
Opinión12-10-2016

El ridículo bochornoso vivido en la calle Ferraz es sólo el principio. Las 14 horas de discusión en el Comité Federal hasta echar a Pedro Sánchez es la primera página de la larga y negra historia que tiene por delante el PSOE. Esto no ha hecho más que empezar. Los golpistas que forzaron la renuncia del secretario general creen que así han invertido la caída en picado de un partido con 137 años de trayectoria. Pero no es así. Han acelerado su hundimiento y, lo que es peor, han servido el puño y la rosa en bandeja de plata a los enemigos de Podemos. Porque el verdadero enemigo del Partido Socialista no es el Partido Popular. Ni siquiera el denostado Mariano Rajoy. En la calle Génova está el adversario que desde hace 20 años le disputa el poder. Pero su verdadero enemigo es Pablo Iglesias, el líder de la formación que realmente aspira a destruir al PSOE para ocupar su lugar y convertirse en la fuerza hegemónica de izquierdas en España.

El verdadero enemigo del PSOE no es el PP, sino Pablo Iglesias

Nada peor existe para un partido político que el vacío de poder. La ausencia de un referente, las batallas internas entre familias, los vaivenes estratégicos en la oposición y la carencia de un líder firme es lo que de verdad hace añicos un proyecto, de la misma forma que la carcoma destruye la madera. Todo sucede desde dentro. Si Susana Díaz quiere realmente tomar el mando del PSOE y llevarlo de nuevo a La Moncloa, debería ponerse de inmediato manos a la obra. Que aparte sus cálculos personales y apueste cien por cien por asumir la Secretaría General. Tiene el carisma, la fuerza y el arrojo necesario. Que renuncie a la Junta de Andalucía para instalarse en Madrid y resucitar el socialismo clásico que antaño reinó en Ferraz. Desde que José Luis Rodríguez Zapatero llegó en el año 2000 a esa sede, los socialistas han inclinado descaradamente su pensamiento hacia la izquierda hasta alimentar un sentimiento revolucionario y casi antisistema que ha capitalizado Podemos.

Al PSOE sólo le queda su historia. Poco más. Necesita revisar su ideología de principio a fin. El Estado del Bienestar que construyó Felipe González ha dejado de ser patrimonio exclusivo porque los demás partidos lo asumen igual e incluso lo gestionan mejor. En la economía carece de credibilidad porque cada vez que ha dirigido el país lo ha conducido al abismo de la crisis y después siempre ha tenido que llegar el PP a arreglarlo. Hasta hace dos años el socialismo vivía relajado como antítesis a los conservadores. Ahora, con otros tres rivales en la disputa por los votos, el espacio es tan reducido que el PSOE parece quedarse sin personalidad. Podemos por la izquierda y Ciudadanos por la derecha le achican el espacio como alternativa al PP. Ha perdido la mitad de sus votantes desde que Zapatero ganó por última vez en 2008 y no sabe cómo dar la vuelta a semejante hecatombe.

La seriedad y solvencia histórica del PSOE han corrido ahora como aguas fecales por el sumidero
Cuanto más tarde el PSOE en nombrar un líder definitivo, más fácil para Podemos. Cuanta mayor sea la pugna interna en Ferraz, más tiempo para Podemos. Cuanto más gire hacia la izquierda, más razones para Podemos. Y si da un volantazo a la derecha, más espacio libre para Podemos. Haga lo que haga el peligro es Podemos. La mejor baza que tenía el PSOE era la de la responsabilidad y la gobernabilidad. Mientras los ciudadanos perciban esa trascendental diferencia respecto a Podemos, el PSOE seguirá siendo la única alternativa real al Partido Popular. El problema desde el estrambótico Comité Federal del 1 de octubre es que esa seriedad y esa solvencia han corrido como aguas fecales por el sumidero. Si Pedro Sánchez hubiera pactado con Mariano Rajoy tras la evidencia electoral del 26-J, los españoles habrían apreciado su apuesta por la estabilidad y le habrían premiado en la siguiente cita con las urnas. En cambio, ahora el giro socialista con Javier Fernández al frente refleja desconcierto, improvisación y caos en el PSOE pese a resolver el grave problema que tiene España. Así que al socialismo le espera un largo periodo de purgatorio (por supuesto, laico) para limpiar su conciencia y corregir sus pecados. Lo peor es que esa travesía del desierto no ha hecho más que empezar.