ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Parte de guerra
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad28-09-2016
Es impensable que en Estados Unidos en lo que va de año hayan muerto casi 10.500 personas por arma de fuego. Parece un parte de guerra. También es insultantemente inhumano ver día sí y día no cómo no pocos supuestos hombres de ley estadounidenses aprietan fácilmente el gatillo cuando ante ellos se cruza alguien de piel oscura.
Día sí y otro también siguen muriendo seres humanos en el cementerio del Mediterráneo. Más de ochenta que pudieron haber acabado flotando sobre el mar fueron rescatados frente a costas españolas este pasado fin de semana. Huyen de Siria, donde ni se respeta el alto el fuego para hacer llegar ayuda humanitaria a los que malviven entre ruinas físicas y psicológicas. Pero también huyen de otros países donde el futuro es un horror y el presente el infierno. Un país más grande que España, de unos 60 millones de almas, formaría el territorio imaginario de los 60 millones de desplazados que hay en todo el mundo. De Sudán, de las guerrillas americanas (algunas en recién estrenada paz) y de Siria.
Otros cientos de miles, millones incluso, aguardan en campos de refugiados un pase al paraíso europeo que los salve de los zarpazos del invierno. Otro. Algunos morirán de frío, pero no nos enteraremos.
Debe de ser la anestesia de la indiferencia la que pone el silenciador a las armas de fuego y a las injusticias que, casualmente o no, siempre suelen pagar los mismos. Y, aunque la expresión no es mía (lo de la anestesia de la indiferencia), la asumo como propia para observar desde su cristal la realidad en la que vivimos.
Seamos realistas, pese al desgobierno, España no está tan mal. Y eso que las noticias de sucesos cada vez se parecen más en estas latitudes a las que se viven en otros muchos lugares de este mundo globalizado. Y eso que, discursos del Rey aparte -aunque sea ante ese despropósito que es Naciones Unidas que prácticamente todo lo deja en papel mojado- saca los colores a un país que apenas habrá recibido una mínima parte de los 17.000 refugiados que se suponía que iba a acoger.
Es impensable que ni los compromisos ni los partes de guerra contemporáneos nos saquen los colores y las lágrimas. No son cifras. Son seres humanos que ya no cuentan porque quizás nunca nadie les tuvo en cuenta. Son cifras de un parte de guerra que no interesa, que no vende y que no conmueve. Pero ese parte de guerra de la indiferencia deja a las víctimas de sus daños colaterales sin la posibilidad de que nadie visite su tumba. Este mundo tiene cosas como para pegarse un tiro.