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ANÁLISIS DE ESPAÑA

El otoño de Rajoy

Fotografía
Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España19-09-2016

Si una de las claves del éxito de la última victoria electoral de Rajoy fue la estrategia del miedo que movilizó parte de su electorado descarriado (700.000 votos más respecto a diciembre), entonces el peor negocio de sus rivales de cara a unas terceras elecciones sería empezar ahora a ensayar de nuevo una alianza que espolease otra vez a quien pudiese pensar que el peligro ya ha pasado. No al menos antes de explorar otros peligros que acechan al líder popular en este impass de espera al que nos abocó su investidura fallida. Uno de ellos es sin duda el otoño caliente en asuntos de corrupción que recordarán al PP que el dinosaurio seguía allí. A saber: el juicio por las tarjetas black de Caja Madrid con Rato a la cabeza, el final de la instrucción judicial sobre la salida a bolsa de la entidad o la del caso Púnica, el juicio de la Gürtel, la destrucción de los ordenadores, Barberá, Matas, el caso Taula...

Si es verdad que el votante del PP ya ha dado por amortizados todos estos asuntos, está por ver que también lo haya hecho Ciudadanos, a día de hoy el único apoyo del PP de cara a una posible investidura. Mucho menos el PSOE, la pieza que a aún le falta a Rajoy para su segundo mandato. A la espera de saber cuánto tiempo aguantará Rivera con la pinza en la nariz, lo cierto es que ni la designación de Soria para el Banco Mundial, ni su respuesta al desafío de Barberá invitan a pensar en un matrimonio de larga duración. Mucho menos en que Sánchez modifique su “no es no”, ni siquiera tras otro mal resultado en Euskadi y Galicia. Los sondeos electorales vaticinan un claro continuismo. Nada que ver con los cambios bruscos que vive la política a nivel nacional.

Si Rajoy pensaba que dejando a Feijoo en Galicia finiquitaba el debate sobre su liderazgo, la más que posible victoria de su delfín le vuelve ahora en el momento más inadecuado en forma de boomerang, karma, justicia poética o como prefieran llamarlo. El líder del PP en Galicia está a las puertas de su tercera mayoría absoluta, que ya lo quisiera Susana Díaz por citar otra aspirante a la arena política nacional. Si juntas a un Rajoy de perfil ante los casos de corrupción y a un Feijoo triunfante, el resultado es inevitable: el debate sobre el liderazgo volverá, quizá como único argumento para evitar las terceras elecciones. Si Ciudadanos lo pidiese y el PSOE está de acuerdo (aunque sólo fuese con una abstención) el dedo acusador dejaría de apuntar a Sánchez para señalar a un PP poco dado a admitir que su emperador va desnudo.