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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

La hora de la plancha

Fotografía
Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad20-07-2016

Hacer ganchillo o colorear plantillas de dibujos son el último grito para relajarse en este mundo de realidades virtuales cazapokemon que lo desvirtúan casi todo. Me gusta mucho hacer ganchillo, me lo enseñaron mis abuelas cuando yo apenas era una niña, y siempre se me dio bien dibujar, aunque hace tiempo que no dedico un rato a mi cajón de los lápices y mis recortes de papel.

Pero el Periodismo, ese que tan pronto hace que te codees con la creme de la creme como que estudies un máster acelerado sobre política en Turquía, también obliga a los suyos (casta aparte, que también la hay por estos lugares) a torear en las plazas más humildes.

Así que en la sobremesa del domingo hubo un rato libre para elegir entre una tentadora cabezada en el sofá y una sesión de plancha combinada con café con hielo. Aún no me explico por qué la batalla la ganó la segunda opción, a todas luces menos tentadora…

Y mientras echaba vapor sobre las mangas, estiraba sisas y cuidadosamente doblaba prendas (alguna había despistada desde el invierno, incluso), medité seriamente en registrar el momento plancha como terapia relax para ajetreados profesionales de este mundo virtual de Dios: yo les instruyo en cómo planchar y relajarse con éxito por un módico precio y, de paso, se difumina ese Everest textil que hay en casa y que un día de estos adoptaré como animal de compañía, aunque me parece que ya lo es.

Y es que la plancha da para mucho: para recordar las barbaridades que se han dicho  las redes sociales (sean delito o no) tras la muerte del torero Víctor Barrio; para meditar sobre cómo es posible que calen modas como el ‘PokemonGo’; para, a raíz del golpe de Estado de los turcos, recordar lo que contaban los abuelos sobre la Guerra Civil española, de la que este lunes recordamos el 80º de su comienzo….

Por cierto, si cada uno la vivió en un bando, ¿con cuál versión me quedo?

Con la de que el Periodismo es primorosamente necesario en los tiempos que corren, también el periodismo de plancha en la sobremesa de un domingo de julio en plena ola de calor.

El próximo día, entre pinzas, pliegues, bolsillos y cinturillas, trataré de encontrar explicación a la reacción que tuvieron muchos testigos del atentado de Niza: periodistas que lo presenciaron informaron y se pusieron a ayudar mientras muchos ciudadanos anónimos grababan la terrible escena con su teléfono móvil. ¿Será que el Periodismo es necesario porque hay situaciones reales que no caben en las nuevas tecnologías, como la hora de la plancha?