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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Obama y el sueño español

Fotografía
Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España10-07-2016

A Obama sólo le ha faltado lanzar un televisor por la ventana de un hotel para terminar de confundir su visita con la de una estrella de rock. Si bien no le ha hecho falta llenar ningún estadio, en otro tiempo la visita de un presidente americano hubiese sido foco de protestas callejeras en las que a buen seguro hubiese participado un joven Pablo Iglesias en su versión 13M de 'enfant terrible' universitario y pásalo. Prueba de la paulatina asimilación en el sistema del líder de Podemos es que ahora, ante el jefe del mundo capitalista, su conversación versa más sobre 'The Wire' que sobre Guantánamo. Sigue siendo Zapatero y su desplante a la bandera que desembarcó hace 72 años en Normandía quien más lejos fue en la expresión del eterno antiamericanismo que en su día daba votos en España. Buena parte del mérito es del propio Obama al haber conseguido revertir la tendencia a base de muchas dosis de corrección política y de no meterse en más charcos de los necesarios. Y a ser posible desde lejos y con drones. Hubo una superioridad moral europea que empezó despreciando el Big Mac o reivindicando el cine de arte y ensayo frente al blockbuster hoollywodiense y acabó abrazando cualquier cosa antes que la democracia americana. Por cualquier cosa véase desde Erdogan hasta Hugo Chávez en cuya herencia ahora algunos hacen escorzos imposibles.

Obama ha venido a España a confirmar todo lo que se piensa de él fuera de Estado Unidos y que figuras emergentes como Trump obligan a replantearse lo que se piensa de él dentro de Estados Unidos. Ni su avión privado ni su lumisina con apodo de luchador de Wrestling ('La bestia') han rebajado un ápice el halo inmaculado que le acompaña a nivel internacional. Que se atreva un político español a cortar una calle de Madrid subido a una limusina... El presidente americano ha recurrido a su pasado mochilero como el artista que acude a los clásicos para contentar a su público. En este caso, para apuntalar la idea del sueño americano que permite a un joven afroamericano pasar del auto stop a la Casa Blanca sin que eso evite una matanza por motivos raciales en Dallas en 2016.

No deja de ser necesario en este punto reivindicar aquí la realidad del sueño español precisamente a través de la figura de aquel joven Obama (Honolulu, 1961) que visitó España por vez primera a las puertas de la universidad. Cerca de veinte años tendría, de milagro no le pilló el intento de golpe de Estado del 81. A poco que estuviese varios días, su estancia coincidiría casi con toda seguridad con un atentado de ETA, hoy derrotada por el Estado de Derecho. Quedaba aún tiempo para que se notasen los fondos europeos y para los Juegos de Barcelona en las que un país y una ciudad se daban la mano para presentarse al mundo sin complejos. No digamos para que un bajito de un país históricamente de bajitos la cruzase ahí para siempre en Johanesburgo. Obama ha dicho que fue a casi todas partes andando. Si llegó a Madrid, difícilmente resistiría la tentación de conocer Toledo a donde hoy se llega en 20 minutos en tren... Es inevitable recordar a Berlanga y su 'Bienvenido Mr. Marshall' para reconocer a través de las visitas de presidentes americanos la evolución de un país cuyo problema hoy, dicen, es que votamos demasiado.