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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Una consulta para Tordesillas

Fotografía
Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España23-05-2016

La próxima vez que alguien proclame que la democracia sobre todo es votar, acuérdense de facilitarle las coordenadas de Tordesillas. Estos días andan mayoritariamente cabreados por allí porque un decreto ley les va a impedir continuar con una tradición que data de 1534. Sorprende en cambio la renuncia de los vecinos afectados a buscar siquiera algún argumento homologable, algún Hemingway o Picasso que poder confrontar con el discurso políticamente correcto que ya se puede decir que ha conquistado otra colina en Tordesillas. Así defendía la cosa esta semana un lancero local: "Estoy oyéndoles hablar de torería, de arte, de todas estas metafísicas pardas. No se engañen. El Toro de la Vega es una ceremonia de guerreros. Cuando bajamos el martes de la peña con la caballería; empieza a tocar nuestra música tradicional; explosionan en el cielo las bombas, vamos a la guerra, señor mío. Vamos a la guerra pura y dura. Allí abajo, de repente, te salen del interior unas emociones prehistóricas. Es decir, eres tú, es tu padre, es tu abuelo, es tu familia. Les notas a los muertos, están contigo allí. Sucede el combate".

Por muy difícil que resulte justificar una afición que consiste básicamente en acojonar, acorralar y lancear en grupo a un toro hasta morir, resulta casi exótica su temeraria abdicación a defenderse con otras armas que no sean las meramente emocionales. Es decir, que matan al toro porque les sale de los huevos y todo lo demás son "metafísicas pardas". Esta es una actitud suicida, cuanto menos arriesgada en el mundo de los vídeos virales de gatitos, eso hay que reconocérselo. Tanto es así que se han quedado sin el Toro de la Vega y como respuesta no han prometido que desobedecerán el decreto ley, sino la presentación de un recurso judicial. Sería justo recordar que jamás ha gobernado en ese pueblo un alcalde contrario al Toro de la Vega. Quien quiera ver unas elecciones plebiscitarias, que acuda también a Tordesillas.

En esa lógica de mayorías y minorías, en la defensa de que la democracia sobre todo es votar, los vecinos del pueblo bien podrían exigir una consulta local sobre la cuestión y sus argumentos no se diferenciaría en nada del referéndum que exige el independentismo en Cataluña. ¿Acaso no es en lo emocional donde el nacionalismo halla también su única certeza?. Nadie podría negarles a los lanceros exigir que el decreto Ley o los derechos de los animales quedasen supeditados a la voluntad mayoritaria en Tordesillas igual que el independentismo en Cataluña pretende hacer con la Constitución. Y sin embargo, el Estado de Derecho se reivindicaría de nuevo para recordarles a ambos que por encima de sus deseos pueblerinos siempre prevalecerá la Ley, primera garantía democrática que nos iguala a todos.