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SIN CONCESIONES

Navajazos entre ministros

Fotografía
Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura4 min
Opinión19-04-2016

Que nadie piense que al exministro José Manuel Soria le han tendido una trampa. Solo se colocó la soga en el cuello y en solitario, sin apenas percatarse, fue dando pasos equivocados hacia el abismo. Cuando abrió los ojos, ya era tarde. Estaba colgando en el aire, sin apenas respiración. Nadie apretó la cuerda. Nadie más que él se lanzó al vacío. Pero lo que nadie negará es que alrededor del cadáver había adversarios que lógicamente se frotaban las manos con el escándalo y, al mismo tiempo, compañeros de partido que festejaban la agonía de un enemigo. Ya lo decía el viejo Pío Cabanillas en la época de la descomposición de UCD: "Cuerpo a tierra que vienen los nuestros".

Soria tuvo encontronazos destacados con Montoro y Sáenz de Santamaría
Todo el mundo habla, especialmente el propio Soria, de los errores cometidos. Lo que pocos mencionan es el beneficio que genera su salida. Para empezar, dentro del propio Gobierno. Abandona la política uno de los ministros más queridos por Mariano Rajoy y uno de los más cercanos al gallego. Con una amistad fraguada en cenas vacacionales en Canarias y afianzada con apoyos recíprocos en etapas adversas, Soria tenía ideas propias e hilo directo con el presidente. Eso, en cualquier equipo, siempre genera tensiones internas pero en política puede ser motivo de asesinato. El canario tuvo encontronazos destacados con dos colegas del banco azul. Por un lado, con Montoro por la reforma energética. Por otro lado, con Sáenz de Santamaría por las cadenas de televisión. En ambas consiguió sacar adelante parte de sus medidas, pero pagó un precio altísimo que ha influido en su retirada. Los gigantes de ambos sectores le crucificaron al sentirse perjudicados por sus decisiones, hasta el punto de vetarle en determinadas televisiones. Había orden de castigar a Soria frente a la que desde hace años reclama mimar a la vicepresidenta.

Montoro y Sáenz de Santamaría comparecieron juntos en rueda de prensa el día de la despedida de Soria. El ministro de Hacienda en funciones fue inmisericorde con su compañero al proclamar que "no puede estar" en el Consejo de Ministros quien en el pasado ha operado en paraísos fiscales. Indudablemente tiene razón desde el prisma de la ejemplaridad, pero quizás tampoco debería estar quien funda una empresa que asesora a las principales multinacionales españolas o quien tiene a su marido colocado en una de ellas al poco de aterrizar en el Ejecutivo. Ante la anunciada marcha de su amigo Luis de Guindos, Soria podría haber sido el próximo ministro de Economía si el PP siguiera gobernando. Pero en caso de perder podría haber aspirado a suceder a Rajoy o al menos habría jugado un papel relevante en el bloque de dirigentes que se opone a que Soraya Sáenz de Santamaría encarne el futuro del partido. Dicho queda.

Soria podría haber sido ministro de Economía y jugar un papel relevante en la sucesión de Rajoy
No parece casual que Mariano Rajoy haya delegado las competencias del Ministerio de Industria en Luis de Guindos. Podría haberlo hecho en la vicepresidenta, como cuando Alberto Ruiz-Gallardón dimitió en 2014 por discrepancias en la reforma de la Ley del Aborto. Entonces, Sáenz de Santamaría fue encumbrada al olimpo como "supervicepresidenta" o supertodo. Así se mofaban de ella algunos integrantes del llamado G-8, ese grupo de ministros reacios a la vice por su falta de acción política durante la pasada legislatura y por su habilidad para no dar la cara ante los graves problemas que han salpicado al PP. Sin duda Guindos es el elegido por sus conocimientos económicos, por ser amigo personal de Soria, por compartir oficinas en el mismo edificio y, no menos importante, por evitar que renazcan las especulaciones sucesorias sobre Sáenz de Santamaría. Rajoy no puede permitirse algo así en pleno proceso de negociación para una investidura y en vísperas de una campaña electoral que quiere volver a liderar. Si es necesario, matará a cualquiera que ose impedirlo e incluso que se atreva a imaginar lo contrario.

Soria sonaba también como posible secretario general del PP. Pero ahora es historia, igual que otra exministra muy querida por Mariano Rajoy a la que muy pocos defendieron cuando tuvo que dimitir por la implicación de su exmarido en el caso Gürtel. Ana Mato controlaba el partido aún más que Soria y también tenía hilo directo con el presidente. Con ese perfil ya sólo quedan Ana Pastor y Alfonso Alonso, pero este último forma parte del círculo más cercano a Sáenz de Santamaría. Que quede claro... Todo lo que sucede en estos momentos dentro del PP, al igual que en el PSOE, no sólo afecta a este instante político. Es trascendental para el futuro, en especial ante los relevos que pueden iniciarse en ambos partidos dentro de pocos meses. Aunque Soria se metiera solo en la boca del lobo, pocos le avisaron que estaba a punto de ser devorado y muchos conspiraban para que renunciara. Así es la condición humana, acentuada de forma severa en el poder. Por algo Konrad Adenauer, el que fuera canciller de la República Federal de Alemania, proclamó que en política "hay enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido".