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SIN CONCESIONES

En busca del milagro

Fotografía
Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión26-01-2016

Llevo días intentando pensar como Rajoy sin serlo. He pasado horas y horas tratando de utilizar la mentalidad Mariano. He buscado el modo de saber por qué declinó la oferta del Rey para optar a la investidura. Pero sobre todo he indagado y he hablado con muchos de sus colaboradores más cercanos para descubrir de verdad el motivo que le llevó a decir NO al jefe del Estado. Sé las versiones oficiales, las oficiosas e incluso las que algunos dirigentes populares sólo se atreven a contar en privado. Ninguna me convence. Esta vez Rajoy se ha traicionado a sí mismo y a sus principios. ¿Dónde quedó aquello de que el gallego es previsible? Nadie previó lo que pensaba hacer, ni siquiera este miope periodista que días antes escuchó la posibilidad y pensó que era una locura tras escuchar el desmentido de uno de sus ministros más cercanos.

Rechazar la investidura en este momento tiene una ventaja. Desde luego la tiene. Rajoy evita perder un debate parlamentario con dos votaciones consecutivas. Elude un sufrimiento, una humillación, un escarnio solemne en el más solemne de los escenarios posible para un político. Su sorprendente estrategia no deja de ser la aplicación del viejo dicho mejor una rojo que ciento colorado. El presidente del Gobierno en funciones considera que así mete más presión al socialista Pedro Sánchez. Considera que gana una semana de tiempo mientras los barones del principal partido de la oposición aprietan las tuercas a su secretario general para que bajo ningún concepto pacte con Podemos. Menos aún después del órgano lanzado por Pablo Iglesias para quedarse con la Vicepresidencia y con ministerios esenciales como Interior, Defensa, Economía, Sanidad y Servicios Sociales, Educación y Justicia.

Afirman los afines a Rajoy que su jugada ha sido magistral. ¿Magistral para quién? Porque quien realmente gana con semejante quiebro es él mismo. Sin duda evita un trance que podría dejarle moribundo en términos políticos. La grieta que nadie quiere abrir en el PP es la de la sucesión de Rajoy. Hay tres motivos: el gallego quiere seguir a toda costa, ningún aspirante aleja el riesgo de la división interna y todos recuerdan con desagrado el anterior relevo con el dedazo de Aznar. Los que estiman que sin Rajoy el PP podría gobernar no abren la boca para no perjudicar al partido en un momento tan delicado y los que desean arrebatarle la silla hace tiempo que perdieron el poder. En resumen, después de mucho analizar y de escuchar a los más allegados, da la sensación de que Rajoy se ha hecho un regate a sí mismo y a su forma de ser para poder seguir siendo Rajoy durante más tiempo. Declinar la investidura es dar una patada hacia adelante al problema para no afrontar sus consecuencias en este problema y confiar -como otras muchas veces- en que el paso del tiempo acabe por solucionarlo. En esto Rajoy sigue siendo Rajoy y al dar plantón al mismísimo Rey de España ha demostrado ser más capaz que nunca de huir de los problemas.