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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Patriotas de partido

Fotografía
Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España25-01-2016

A la espera de que cualquiera de los protagonistas anuncie en Twitter algún acuerdo inminente, el debate sigue en el mismo punto en el que se quedó la campaña: más pendiente de quién pacta con quién que en desarrollar un proyecto de país, no digamos ya una segunda Transición. Sobra patriotismo de partido y falta voluntad real de pensar en el futuro de España. Sólo así se entiende el cálculo de Rajoy tras borrarse del debate de investidura. Vale que iba a ser la oportunidad perfecta de sus rivales para cimentar en el odio al PP su único nexo de unión, pero también es cierto que el presidente aún no ha explicado nada del contenido que tiene pensado para la alianza de legislatura que propuso en su día a PSOE y Ciudadanos.

Sólo desde el patriotismo de partido se comprende que Sánchez esté dispuesto a gobernar con el apoyo de ERC y Artur Mas. Sabe bien qué es lo que quieren y que su abstención no la sacian unos senadores, ni mucho menos el remiendo del federalismo asimétrico. Sólo desde el patriotismo de sigla se entiende que Podemos fijase como primera línea roja el referéndum en Cataluña y no otra cosa. Para sorpresa de no pocos que votaron a un tipo que hablaba de parar desahucios, a la hora de la verdad, Podemos pide ministerios tan sociales como Defensa e Interior. Y luego está el Ministerio de Plurinacionalidad, que por si quedaba alguna duda de su significado, encabezaría alguien de En Comú Podem porque, argumentan, fue el partido más votado en Cataluña. También lo fueron en Euskadi, por cierto, o en Coslada (Madrid), pero lo dirigirá quien diga Colau. Aquí las presiones internas no las dispara sólo Susana Díaz, cuyos amagos también caben en esta galería de intereses de partido, cuando no directamente personales.

Nada pueden ni las viejas glorias socialistas ni los editoriales de El País contra el instinto de supervivencia de Sánchez. Heredero del derecho a intentarlo con el que Zapatero excusó sus más temerarias aventuras, el aún líder socialista sigue explorando las vías para llegar a La Moncloa. Lo fía todo a la imposibilidad de Rajoy de formar mayoría y a que en su casa de momento ladran, pero no muerden. "Nadie comprendería que no nos entendiésemos", improvisó un todavía noqueado Sánchez ante la oferta de Podemos. Sólo le faltó emular al torero Juan Belmonte cuando Valle Inclán le espetó que lo único que le quedaba era morir en la plaza. Dicen que el matador sevillano, humildemente, contestó: "se hará lo que se pueda, don Ramón". El PSOE subió después el listón fijado por su jefe y calificó de chantaje la propuesta de Iglesias. Una manera más honrosa de arrancar el regateo.