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ANÁLISIS DE CULTURA

El último golpe

Fotografía
Por Marta G. BrunoTiempo de lectura2 min
Cultura25-11-2015

Ni Méndez de Vigo. Ni Wert. Ni González Sinde. Ninguno de ellos saldrá bien parado de su cartera. ¿Por qué el escarnio público? ¿qué deseo fogoso tenemos los españoles de colocar al ministro de Cultura en el centro de la diana? Porque al final, caen.

“Se han detectado irregularidades”, pero no fraude “masivo”. Y así lo dejó todo dicho el actual ministro de Cultura. ¿Habría sido mejor una respuesta del tipo “sí, la verdad es que han robado y no lo volverán a hacer” (aunque suene muy tipo monarca español)?

Pero hay otras declaraciones que dejan igual de patidifuso. El taquillazo “es un fraude minoritario”, asegura Toni Cantó. No es cuestión de criminalizar al sector, que es cierto que se ha llevado sus buenos palos, pero cuando uno roba, no queda otra que denunciar los hechos. Que paguen ya es otro cantar.

El caso es que el escándalo de los pases imposibles y datos mentirosos en el tormentoso episodio (denunciado por los trabajadores en 2012, han pasado años) de las subvenciones al cine español tiene unas gotas de bochornoso y otras tantas de sorprendente por lo que nos hemos encontrado y nos podemos encontrar.

El Ministerio de Cultura exige 30.000 espectadores para poder otorgar subvenciones de hasta 1,5 millones de euros a través del Fondo de Protección a la Cinematografía. Y al menos una cadena de cines se dejó el dedo pegado en el contador de entradas cuando la película ni siquiera se había proyectado. Es decir, que La montaña rusa de Emilio Martínez-Lázaro no la había visto ni el acomodador. Pero de la nada se sacan los 30.000. Es una vergüenza que en esta historia se vean involucrados grandes como José Luis Garci, que en varias ocasiones ha demostrado que el cine español da la talla,  o Enrique González Macho, ex presidente de la Academia del Cine.

Ahora los casi 732.000 euros públicos sonarán en su cabeza como el repiqueteo de las campanas de domingo, y la famosa palabra, imputado. O sea, nada. La multa sí, puede que más de un millón de euros. En los últimos premios Goya se quedó tan ancho al decir: “ya es hora de que tratemos la cultura como un tema de Estado”. Él lo ha llevado al pie de la letra. Y vaya si lo ha hecho.

Presupuestos inflados para poder llegar a los 2 millones de euros mínimos y cobrar ayudas complementarias. Compra de entradas masiva por el propio productor (viejo truco).  Da igual que sean filtraciones del Gobierno o no.  La cuestión es que este país sigue viviendo de la picaresca mientras por el rabillo del ojo nos queremos parecer a nuestros vecinos del norte. Basta ya de tapar las vergüenzas del vecino. Porque esto, como en otras tantas, ya se sabía, aunque fuera vox populi.