Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE INTERNACIONAL

No son masocas, es que no hay nada mejor

Fotografía
Por Isaac Á. CalvoTiempo de lectura2 min
Internacional21-09-2015

Los griegos no son masocas, no les gustan las penurias ni los problemas. Sin embargo, más de uno podría pensar lo contrario al ver que Alexis Tsipras ha vuelto a ganar las elecciones y repetirá como primer ministro.

Sí, es el mismo que llegó al poder a principios de año, anunció cambios radicales, desafió a la Unión Europea (UE), al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Central Europeo (BCE), y en referéndum pidió el "no" a un nuevo acuerdo con la UE, resultado que salió de las urnas, pero que luego ignoró.

Tsipras ha dado guerra, ha puesto en jaque a la UE, ha sido persistente y un quebradero de cabeza para los acreedores, pero ha acabado derrotado por la realidad económica internacional. Se ha tenido que tragar muchas de sus palabras y de sus políticas para conseguir un nuevo rescate financiero y que Grecia no pasara al ostracismo.

Aun así, Alexis Tsipras ha sido un negociador duro, y su postura de fuerza (aunque insuficiente para lograr su objetivo) le ha generado carisma y una imagen de que se deja la piel por su pueblo. Esto da votos y es determinante en unos comicios en los que ha habido una gran abstención.

Sin duda, Tsipras también se ha beneficiado de que Nueva Democracia (NA), el principal partido de la oposición, no ha sido capaz de aprovechar los vaivenes políticos ni la escisión en Syriza. Y, por si fuera poco, parte de la población asocia a NA con la corrupción y con la crisis.

A Tsipras le ha salido bien su estrategia de adelantar las elecciones, ha recibido un espaldarazo, ha soltado el lastre del ala más izquierdista de su partido, se ha quedado al borde de la mayoría absoluta y puede reeditar el acuerdo de Gobierno con los Griegos Independientes (Anel).

Sin embargo, la alegría de la victoria pronto se va a convertir en la preocupación de saber gestionar y aplicar los planes pactados con la UE. Se avecinan tiempos aún más difíciles para la población griega, que tendrá que hacer frente a recortes, a subida de impuestos y a otras medidas tan duras como impopulares.

Al menos, a los votantes de Syriza les queda el consuelo de que Tsipras se va a esforzar para que la política de austeridad sea lo menos traumática posible y las derrotas ante la UE se produzcan con dignidad, aunque no siempre sea verdad y haya mucho postureo.